Comer queso es un gozo gastronómico difícilmente comparable. Un auténtico placer que cuesta poner al lado de otros deleites. Con membrillo casero, maridado con un buen vino, degustado en solitario… pensar en queso causa rubor; como un beso.
Por eso queremos susurrar con confidencia sobre un queso artesanal de los que nos despojan de palabras para calificarlo, uno de esos quesos que separa nuestros pies del suelo y nos eleva a los cielos. Es el queso leridano Puit Rústic, elaborado a los pies del macizo de Port del Comte, en la Formatgeria Valette de Sant Llorenç de Morunys.

Producido mediante coagulación láctea, con leche cruda de oveja procedente de la comarca de l’Alta Ribagorça, este queso madurado durante un mínimo de dos meses posee un interior blando y sin ojos, de color blanco marfil, que se acompaña por una corteza rústica de tonos verdosos y amarillentos frutos del moho.
¿Pero cuál es el secreto de un queso como este? La conjugación de viejas y modernas técnicas de producción con un fin: ofrecer el mejor queso artesanal, con la mejor calidad y el más intenso y auténtico sabor; un queso que enamora, como un beso.