Josep María Rodríguez Guerola sintió la llamada de la gastronomía más dulce desde pequeño. Cuando era niño sintió un fuerte interés por la pastelería, los sabores y colores de los distintos productos reposteros le atraían tanto como el delicado y medido proceso de elaboración, tan técnico y repleto de secretos. Enseguida supo que su profesión vocacional era lanzarse en la búsqueda por conseguir mejores y más agradables texturas, olores y aromas embriagadores y provocar sensaciones con cada mordisco.
Josep María se formó en la Escuela Hoffmann, al finalizar sus estudios se embarcó en un intenso viaje de aprendizaje. Sus ganas de aprender y crecer profesionalmente le llevaron a algunos de los más grandes obradores de la geografía española como Oriol Balaguer, Foix de Sarrià y la Pastelería Totel. También pasó por la partida de postres y dulces de grandes restaurantes con estrellas Michelin como el Miramar o Zuberoa. Después aterrizó en una de las ciudades más asociadas con la alta pastelería: París. Allí trabajó en el Restaurante Ze Kitchen Galerie y aprendió los entresijos de la fusión entre la tradición francesa y la oriental aplicada a los postres. Otro de sus movimientos le llevó a una de las mejores pastelerías francesas, la Pastelería Fauchon, donde vio la modernización de un clásico eterno.

En la carrera de este pastelero hay creaciones de campeonato, como La rosa del vents, un pastel con crujiente nuez de Pecán caramelizada, galleta de chocolate, bizcocho de Sacher, cremoso de chocolate al 70% con vainilla, compota de fruta de la pasión, mango, lima y mousse. Con este dulce habitual del establecimiento, Josep María se proclamó campeón de la prestigiosa Coupe Du Monde de la Pâtisserie en la edición del año 2011. Los fines de semana son días dedicados a los milhojas de chocolate o vainilla y fresas. Estas delicadas masas de hojaldre caramelizado se rellenan con cremas tan esponjosas como la del pastel individual Rosa de Sant Jordi, un pequeño dulce con forma de rosa.

La carta de La Pastisseria se adapta a la temporada, así, cuando llegan las bondades de los meses primaverales, aparece el pastel individual de albaricoque, compuesto de compota de albaricoque con trozos, mousse ligera con un toque de haba tonka, crujiente de neules y base de bizcocho tierno de avellana. De la misma temporada es el Cirerer, un pastel completo de mousse ligera de nata, compota y mousse de cereza con bizcocho tierno y crujiente de barquillos con chocolate blanco. En la superficie rosada del pastel, el dibujo de un estilizado cerezo en flor.

Además de la zona de venta al público, La Pastisseria tiene una agradable zona de cafetería en la que degustar una gran variedad de pasteles individuales, cakes y vasitos de cremas y mousses. También hay múltiples opciones de bollería dulce y salada perfectas para acompañar con un café o té gourmet.