Pizza Port, Port Brewing y The Lost Abbey son tres de los nombres propios más conocidos de la escena craft de San Diego, en el sur de California. Y lo cierto es que los tres vértices de este triángulo guardan una relación muy estrecha. Todo comenzó en 1987 cuando los hermanos Vince y Gina Marsaglia adquirieron una pizzería de Solana Beach que estaba pasando dificultades y establecieron Pizza Port, donde Vince acabaría experimentando con la elaboración de sus propias cervezas caseras en el almacén del restaurante.
Debido a su éxito, Pizza Port pronto añadió un brewpub al local y comenzó a inaugurar otros establecimientos por todo el sur de California. Llegados a 1997, los hermanos Marsaglia decidieron contratar como maestro cervecero a Tomme Arthur, un joven que se había aficionado a la cerveza artesanal durante su estancia en la Universidad de Arizona y que ya tenía cierta experiencia en el sector tras su paso por Cervecerías La Cruda y la empresa de levaduras White Labs.
Tomme permaneció como head brewer de Pizza Port durante 8 años, tiempo en el que el brewpub fue ganando reconocimiento con múltiples medallas en el Great American Beers Festival a la par que la nueva ola de cerveza craft norteamericana comenzaba a despegar. Lo cierto es que Pizza Port se les estaba quedando pequeño, y Tomme y Vince tenían planes para crear una cervecería de mayor magnitud, que alcanzara un público más grande y que no fuera sólo de ámbito local.
Así nacía en 2006 Port Brewing. Tomme dejó su puesto de maestro cervecero en Pizza Port, con Vince y Gina como nuevos socios, para fundar esta nueva microcervecería en la pequeña localidad de San Marcos, ocupando para ello las antiguas instalaciones de la prestigiosa Stone Brewing que se acababan de mudar a una fábrica más grande. No se puede decir que les fuera nada mal, pues tan solo un año después Port Brewing era reconocida como la microcervecería y el propio Tomme como el mejor microcervecero del año 2007.
Ya desde el principio, decidieron apostar por dos líneas de cervezas muy diferenciadas. Por un lado, cervezas de inspiración belga y maduradas en barrica de madera, que se comercializan desde mayo de 2006 bajo la marca The Lost Abbey, el tercer vértice del triángulo del que hablábamos unas líneas más arriba. Aquí incluyen sus cervezas sour, sus bière de garde, sus saison y, por supuesto, sus dubbel, tripel y quadruppel. Y por otro lado, la marca cervecera que porta el nombre de la empresa, Port Brewing, cervezas más agresivas, con más lúpulo al estilo West Coast, como demandan las tendencias actuales. Obviamente hablamos principalmente de cervezas IPA en todas sus variantes.
Mongo IPA, el tributo gatuno más lupulado de Port Brewing

Y precisamente dentro de esta segunda gama, la que lleva el nombre de la empresa, se encuadra esta Mongo IPA, una de las cervezas más icónicas de la marca californiana. La palabra mongo es un término bastante informal en inglés para describir algo extremadamente grande. Y eso es exactamente como sus creadores describen esta Mongo IPA, como una ola gigantesca de lúpulo que te golpea directamente en el paladar.
Esta cerveza nació como un pequeño tributo a uno de los tres gatos que tenían en la fábrica de Port Brewing. Al nacer le pusieron Columbus, pero debido al tamaño que fue adquiriendo con el tiempo, le acabaron apodando Mongo. De hecho, la etiqueta original de Mongo IPA mostraba a un gato surfeando una ola gigantesca. Y aunque su etiquetado haya variado con el paso de los años, sobre todo desde que lanzaron las primeras versiones en lata a finales de 2016, seguimos pudiendo distinguir esa ola en el fondo de la imagen.
Se trata de uno de los buques insignia de la marca de las chanclas playeras que con el tiempo se ha convertido en una de las referencias más vendidas de Port Brewing. Es una Imperial IPA muy potente, con una graduación del 8.0% (originalmente ascendía hasta 8.5%) y un amargor bastante pronunciado, cifrado en unos 85 IBUs, cuya receta original corrió a cargo del que fuera su head brewer Mike Rodríguez en esa época.
De color algo más oscuro que una West Coast IPA tradicional, tirando más hacia el ámbar o el cobre, tiene bastante cuerpo y una espuma blanca y densa que persiste en el tiempo. En su elaboración se emplean lúpulos de las variedades Columbus, Amarillo, Centennial, Cascade y Simcoe, no sólo durante la fermentación sino también en dry hopping, para aportar aromas cítricos y resinosos, además de su amargor característico. En definitiva, una cerveza bastante agresiva, con bastante sabor a malta y mucho lúpulo americano.