Affligem Triple, la cerveza de abadía belga con 1.000 años de historia

Botella de Affligem Triple junto a su copa de cáliz característica
Fotografía cortesía de Heineken España
En 1074 seis caballeros metidos a monjes benedictinos sentaron las bases de la abadía de Affligem, lugar donde lleva fabricándose durante casi mil años tres de las cervezas de abadía belgas más notorias del mundo. La mejor de ellas es la Affligem Triple.
Por Antony Peel
02 de diciembre de 2016
Cervezas

La leyenda cuenta que, tras muchos años luchando en cruentas batallas y guerras al servicio del sacro emperador romano, seis caballeros volvieron a su pueblo natal cerca de Bruselas con la intención de llevar una vida más pacífica, tranquila y honesta, y así redimirse de sus pecados. Querían dejar de lado sus armaduras y enfundarse sotanas de monje para llevar una vida contemplativa dedicada a los más necesitados.

En 1074 esos seis caballeros comenzaron a construir una abadía que tardarían más de 10 años en completar y en la que empezarían a fabricar, como alternativa más saludable a las siempre putrefactas aguas medievales, una de las cervezas más longevas y prestigiosas del viejo continente que acabaría tomando el nombre del pueblo y su nueva abadía: Affligem.

Así contada, la historia de la cerveza Affligem puede parecer un cuento de hadas, pero su trayectoria no es tan idílica como pudiera parecer en un principio. Durante los casi diez siglos que han pasado desde su fundación, esta abadía ha sido destruida y reconstruida varias veces, teniendo que interrumpir su producción de cerveza en otras tantas ocasiones, debido a su ubicación en un lugar militarmente estratégico en el corazón de Europa. Ya durante la Guerra de los Ochenta Años fue devastada por las tropas de Guillermo de Orange y así ha sucedido repetidamente hasta nuestros días, teniendo que cerrar sus puertas durante la Revolución Francesa y la Primera y Segunda Guerra Mundial.

A pesar de las constantes desgracias acaecidas sobre la abadía de Affligem, muchos personajes históricos ilustres se han quedado prendados de este lugar de refugio y contemplación para monjes benedictinos. Así, Enrique I de Inglaterra, enamorado de su belleza, decidió retirarse ahí, e incluso el famoso pintor barroco Pedro Pablo Rubens acudió al lugar para pintar un retablo para la abadía. Pero, sin restarle un ápice a su importancia histórica y artística, lo que más nos interesa de la abadía de Affligem es la producción de la cerveza de abadía belga más antigua del mundo con casi mil años de historia.

Affligem Tripel, el rey de esta trilogía de cervezas de abadía milenarias

Botella de 25cl de Affligem TripleFotografía cortesía de Heineken España

A día de hoy, casi 1.000 años después de la construcción de la abadía, se siguen fabricando las mismas cervezas que en el siglo XI, con su sabor tradicional y siguiendo la receta original, Formula Antiqua Renovata, que ha pasado de generación en generación, permaneciendo inalterada desde entonces. Eso sí, su producción ya no tiene lugar en la abadía, sino que se ha trasladado al cercano pueblo de Opwijk.

Son tres las variedades que se fabrican ahí: Affligem Blonde, una ale de abadía rubia con un 6,7% de graduación alcohólica; Affligem Dubbel, una ale de abadía tostada con un 6,8% de alcohol; y, cómo no, Affligem Tripel o Triple según se comercialice en países de habla hispana o no, una Belgian Strong Ale de abadía con una graduación alcohólica del 9,5%.

Esta Affligem Tripel que nos ocupa viene a ser el producto estrella de la marca y, como ya hemos visto, la más fuerte de las tres variedades disponibles. A pesar de su alta graduación, el alcohol apenas se nota ya que está perfectamente equilibrada con los azúcares residuales de la misma. De color ámbar brillante, su espuma es densa y cremosa y presenta una buena carbonatación. Según los expertos desprende aromas a pan horneado, manzana madura y plátano. Plátano que por otra parte también podemos notar en su sabor, junto a otras frutas como albaricoque y melocotón, sin olvidarnos de sus toques picantes y cítricos.

Como todas las cervezas Affligem, esta Triple se sirve en un vaso de tipo cáliz que, por un lado nos permite disfrutar todo su sabor y aroma, y por otro, es un guiño al origen eclesiástico de la cerveza. Además, se somete a una doble fermentación en botella: se añade una pequeña porción de azúcar y levadura a la misma y se deja reposar en una bodega, dotando a la cerveza de mayor cuerpo, intensidad y sabor. Como consecuencia de esta levadura extra que acaba decantando al fondo de la botella, se recomienda servir sólo el 90% del contenido de la botella, agitar suavemente el 10% restante y añadirlo para generar mayor espuma o servirlo en otro vaso por separado, a gusto del consumidor.

Y gracias al hecho de que Heineken se hizo accionista mayoritario de Affligem allá por el año 2000, no se trata de una cerveza complicada de conseguir en España. Vale que no te la puedes pedir en el Bar Manolo de la esquina, pero cualquier cervecería que sirva birras internacionales medianamente conocidas y comerciales podrá ofrecerte una Affligem Triple.