Los nombres de Jack Joyce, Bob Woodell y Rob Strasser quizás no le suenen a mucha gente pero fueron tres directivos muy importantes de la empresa de equipamiento deportivo Nike durante la década de 1980. De hecho, al primero se le atribuyen los primeros éxitos de la compañía en su lucha contra Reebok por dominar el mercado, el segundo llegó a ser presidente de Nike en 1983, y Rob tiene en su haber el honor de reinventar la marca al lograr seducir a Michael Jordan en una operación sin precedentes en la industria de la ropa deportiva.
Más allá de su carrera en la multinacional de artículos deportivos y de haber sido compañeros de fraternidad en la Universidad de Oregón, los tres también compartieron otro proyecto igual de exitoso en su sector: son los cofundadores de Rogue Ales, una de las cervecerías craft norteamericanas de mayor renombre.
Todo empezó en 1987, cuando el contable de Strasser y homebrewer empedernido, Jeff Schultz, les propuso la idea de montar un brewpub. Les encantó la idea y enseguida comenzaron a construir su primer local en Ashland, una ciudad del sur del estado de Oregón, muy cerca de la frontera con California, y próximo a Rogue Valley, el valle que da nombre a la empresa. Además de esta referencia orográfica, la palabra rogue también significa granuja o pícaro, por lo que aprovecharon este doble sentido para construir el lema de la marca: gratefully dedicated to the rogue in each of us, algo así como agradecidamente dedicado al granuja que todos llevamos dentro.
Y aunque su primera fábrica la inauguraron en 1988, el éxito de sus referencias primigenias les obligó a seguir expandiéndose y para principios del año siguiente ya habían comenzado las obras de la que sería su nuevo hogar en Newport. No sabemos hasta qué punto es cierto pero la leyenda cuenta que Jack Joyce pasaba por esta ciudad costera en febrero de 1989 cuando una tormenta de nieve le obligó a buscar refugio en uno de los restaurantes de la bahía. El azar hizo que se parara en el mítico Mo’s Chowder, regentado por la aún más legendaria Mohava Niemi, un local visitado por algunos de los personajes más ilustres de la historia de EE.UU., desde presidentes a actores de Hollywood, para degustar sus famosas sopas de marisco.
Pues bien, mientras Jack paladeaba una excelente sopa de almejas para entrar en calor, Mo le confesó su sueño de vivir encima de un bar y le indicó cuál sería la ubicación perfecta para el siguiente brewpub de Rogue. Como no podía ser de otra manera, la visita de Jack a Mo’s Chowder acabó con Mohava ofreciéndole uno de sus locales vacíos y un garaje para la expansión de la marca cervecera a un precio muy generoso. Eso sí, había dos condiciones. La primera era que el bar debía tener siempre una foto de la misma Mo desnuda en una bañera, algo que se ha convertido en un símbolo de la marca pues la misma instantánea está presente en todos los pubs de Rogue (ya son siete en todo Oregón). La segunda, que devolviera esa muestra de generosidad a la comunidad local.
Y así ha sido desde entonces porque además de apostar por recetas atrevidas y embalajes aún más espectaculares para sus cervezas, a Rogue siempre se le ha reconocido por su integración y compromiso con la comunidad. La otra característica notoria de la marca es haber desarrollado su propia cepa de levadura, bautizada como Pacman, que usa en la fermentación de todos sus mostos, primero con John Maier como maestro cervecero, y desde 2019 con Joel Shields como brewmaster.
Cerveza Rogue Dead Guy Ale: Just Drink It
A día de hoy Rogue elabora decenas de variedades diferentes que distribuye en cada uno de los cincuenta estados del país y que además exporta a otras 54 naciones. Sin duda, una de las referencias más populares de la marca de Oregón es su Dead Guy Ale, una maibock alemana de color miel intenso tirando a ámbar, muy maltosa tanto en aroma como en sabor y, por supuesto, elaborada con su cepa de levadura propia, Pacman.
Como ya os hemos contado en más de una ocasión, las bock son cervezas de baja fermentación un poco más fuertes de lo habitual, es decir, lagers subidas de graduación alcohólica que tienen su origen en la ciudad alemana de Einbeck durante la Edad Media, tradicionalmente elaboradas por monjes para nutrirse durante épocas de ayuno como la Cuaresma. Pues bien, la maibock es un estilo dentro de esta gran familia que se caracteriza por ser de color más claro que el resto de las bock, de ahí que también se conozca como helles bock, además de ser ligeramente más lupulada.
Y esta Dead Guy es un ejemplo perfecto de este estilo, una cerveza atemporal que sabe tan bien ahora como en 1989 cuando se elaboró por primera vez. Tiene todo lo que uno busca en una cerveza, ese sabor a malta característico, ese toque lupulado que eleva el amargor hasta los 40 IBUs y una buena graduación alcohólica en torno al 6,8%. Una cerveza con un ligero toque a caramelo proporcionado por la malta Munich, mientras que el aroma y el amargor lo ponen los lúpulos de las variedades Perle y Sterling, que vienen a ser sus ingredientes principales además de la ya citada levadura.
Dead Guy Ale, la cerveza del hombre muerto, se comercializa en diferentes tamaños de botella y lata, formatos que vienen etiquetados con la estampa más identificativa de esta cerveza, la de un sonriente saco de huesos sosteniendo una jarra de cerveza en su mano derecha, que se ha convertido en todo un icono de la marca. Un embalaje que solo varía durante los meses de septiembre y octubre, cuando Rogue prepara un etiquetado especial para Halloween.
