A escasos 500 metros del Nuevo Estadio Castalia donde cada quince días el CD Castellón lucha por reverdecer viejos laureles y volver a las categorías futbolísticas que por historia le corresponden, otro equipo bastante más reducido ya ha logrado alcanzar desde su coliseo particular las cotas más altas en su sector.
Hablamos de Castelló Beer Factory, una microcervecería relativamente joven, que en tres años de vida (los cumplió en mayo de este mismo año) ha logrado alcanzar el estrellato desde una ciudad que aún está descubriendo de qué va esto de la cerveza artesanal. Aunque llevaban años experimentando como homebrewers, la compañía fue fundada oficialmente en 2016 por Antonio, Víctor y Xuso, el maestro cervecero de la marca, a los que recientemente se les ha unido Juanma.
De perfiles profesionales muy diferentes, todos ellos comparten una pasión en común, la de la buena cerveza de sabores y aromas únicos, elaborada con alma y mimo, huyendo de la cerveza sosa y aburrida de siempre. En resumidas cuentas, un proyecto que ellos mismos definen como inquieto, rebelde, inconformista y un poco macarra, y que ya ha logrado hacerse un nombre importante en la escena craft española.
Ya en 2018, con menos de dos años de vida, los chicos de CBF acudieron a Barcelona a recoger la placa que acreditaba a su Golden, el buque insignia de la marca, como la ganadora de la medalla de oro a la mejor cerveza de estilo Blonde Ale en el Barcelona Beer Challenge. Y este año han vuelto a repetir viaje para recoger otra medalla de oro, en este caso por su Jano Hop, como mejor cerveza NEIPA del 2019.
Estas dos cervezas, junto al resto de birras fijas y experimentales de la marca, se pueden degustar a diario en el Lupulove, la cervecería asociada a la marca en pleno centro de la ciudad junto a la Plaza Mayor, o incluso en la propia fábrica, abierta al público, y donde se organizan diferentes tours para conocer a fondo el proceso de fabricación y probar de manera ilimitada cada una de las referencias de Castelló Beer Factory.
Sant Rock, una cerveza belga dulce pero muy rockera

Y esas referencias incluyen la que es la protagonista de este artículo: CBF Sant Rock. Puede que no sea una de las cervezas más premiadas de la marca castellonense pero sí una de las más apreciadas por los consumidores y una cerveza de extraordinario mérito pues son pocas las micro españolas que se atreven con este estilo: una cerveza de abadía dubbel de origen belga.
El nombre de la cerveza es, por un lado, una clara referencia a los gustos musicales de los creadores de esta cerveza, de hecho, no es extraño escuchar los acordes de los Foo Fighters sonando en los altavoces de la fábrica al pasar por delante de su puerta, y por otro, un pequeño homenaje a Sant Roc. Sin ser el patrón de la ciudad de Castellón, es uno de sus santos más venerados y el que da nombre a la emblemática Ermita de San Roque de Canet, parada obligatoria durante la Romeria de les Canyes que tiene lugar el primer domingo de las Fiestas de la Magdalena.
Se trata de la cerveza más alcohólica de las producidas en los fermentadores de Xuso, con una graduación del 7,5%. Es una birra de estilo trapense que recuerda a aquellas producidas en los monasterios belgas, tal y como ilustra su etiqueta protagonizada por un monje con guitarra a la espalda. Es una cerveza de aspecto tostado y más bien dulce en la que las maltas cobran gran protagonismo, especialmente las caramelizadas, que combinan a la perfección con las maltas pale y algo de trigo.
El dulzor, debido a la adición de azúcar de caña, la hace una cerveza bastante peligrosa que se aconseja beber con moderación pues disfraza muy bien el contenido alcohólico, mientras que el amargor, apenas perceptible (tan solo 24 IBUs) como es normal en este tipo de cerveza, lo aporta los lúpulos East Kent Goldings. En cuanto a los aromas de esta Belgian Dubbel de lo más rockera, destaca por la presencia de frutos secos como las pasas, además de aromas a tofe y barrica.