Una de las grandes riquezas de la gastronomía japonesa reside en sus sopas. El ramen que se extiende de norte a sur del territorio nipón es uno de los platos que más se ha expandido fuera de sus fronteras en los últimos años, incluyendo algunas de sus variantes menos conocidas, como es el caso del dangojiru, que apenas era conocido fuera de su lugar de origen, en Ōita.
Para entender el dangojiru hay que hablar primero de la característica principal que lo define, que es el uso de un tipo de fideo grueso diferente a lo que solemos encontrar. No estamos hablando del fideo más fino, llamado soba, sino a una curiosa variante del fideo grueso, el udon. Pero si el udon habitual es redondo, el dangojiru usa un fideo grueso, plano y alargado, que se enrosca y pierde dentro del bol de sopa.
Existen muchas variantes de dangojiru, casi tantas como cocineros en Japón. Si tuviéramos que hablar de algunos de sus ingredientes principales, esos serían las verduras de temporada, el rábano japonés, la zanahoria, setas -que pueden ser shiitake o shimeji-, y pollo. todo sobre una base de caldo dashi.
Este caldo se puede comprar ya preparado o en pastillas concentradas, aunque no es difícil de preparar hirviendo el pollo y luego añadiendo copos de bonito. Lo importante es la cocción de verduras y setas, a las que se añade también un poco de pasta de miso, para completar el sabor.
El resultado es una sopa equilibrada y nutritiva, de gran sabor, en la que podemos encontrar bocaditos de pollo, verduras, setas y, por supuesto, esos gruesos y planos fideos udon parecidos a tallarines interminables, que hacen de su consumo todo un arte.