La forma más fácil de limpiar la vitrocerámica sin rayarla

Una persona con guantes limpiando la vitrocerámica
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Las vitrocerámicas son muy delicadas debido a sus materiales de fabricación. Por eso, hay que tener especial cuidado al limpiarlas para no dañarlas. A continuación, te contamos un método de limpieza muy eficaz para dejarlas relucientes sin arañarlas.
Por Sonia Dorado
17 de marzo de 2024

Las vitrocerámicas son una revolución en la cocina moderna que lleva facilitándonos el cocinar desde la década de 1970. En comparación con los hornillos tradicionales, estas superficies de cocción planas nos ofrecen numerosas ventajas. Por ejemplo, su uso es mucho más intuitivo gracias a sus controles táctiles que te permiten graduar la temperatura con un solo toque de dedo. Además, se calientan muy rápidamente y distribuyen el calor de manera uniforme, lo que permite que los platos se cocinen mejor.

El único inconveniente que tienen las vitrocerámicas es que, al estar fabricadas en materiales como el vidrio y la cerámica, sus superficies son muy delicadas, de ahí que tengamos que tener especial cuidado al limpiarlas, con lo mínimo podrían rayarse. Pero no te preocupes, sabemos cuál es la forma más fácil de limpiar una vitrocerámica sin rayarla y te la vamos a contar.

Primer plano de una mano limpiando una vitrocerámica con una rasquetaCanva

Cómo limpiar una vitrocerámica para que no se raye

Que una vitrocerámica se ensucie es lo más normal del mundo. Al cocinar, derramamos líquidos sobre su superficie sin querer e, incluso, los alimentos pueden salpicar aceites y grasas mientras se cocinan. Esta suciedad se queda pegada en las zonas de cocción y debemos eliminarlas bien para que no se vayan quemando y se queden más pegadas con el calor que desprende este electrodoméstico. ¿Lo mejor para evitarlo? Limpiar la vitrocerámica al momento. Eso sí, debes hacerlo con mucho cuidado para no rayar su superficie. Por eso, nuestra recomendación es que limpies tu vitrocerámica de esta forma:

Materiales que vas a necesitar y paso a paso

  • Una bayeta
  • Una rasqueta
  • Papel absorbente de cocina
  • Pasta de dientes
  • Alcohol de limpieza
  • Vinagre blanco

En primer lugar, asegúrate de que la vitrocerámica está apagada y fría. A continuación, vierte un poco de vinagre blanco sobre su superficie y, con la ayuda de la bayeta, repártelo bien cubriendo todas las zonas. Ahora, con la rasqueta, retira los restos de suciedad que se hayan quedado más pegados. Vuelve a pasar la bayeta impregnada con vinagre blanco por toda la vitrocerámica y termina secando muy bien con papel absorbente de cocina.

Después de esta primera limpieza general, toca limpiar más en profundidad cada fuente de calor. Para ello, aplica, en cada una de ellas, un poco de pasta de dientes y extiéndela con la bayeta con movimientos circulares. Pasa otra vez la rasqueta y elimina la pasta de dientes sobrantes con la bayeta humedecida con agua.

Por último, llega el momento de enjuagar. En este último paso lo que tendrás que hacer es diluir el alcohol de limpieza en agua, echar un poco sobre la vitrocerámica, pasarlo por toda su superficie con una bayeta y terminar secando de nuevo con papel de cocina absorbente.