Venus la Universal es una bodega que nace, como tantas otras cosas buenas de este mundo, gracias a una historia de amor. Todo comenzó cuando dos miradas se cruzaron, las de Sara Pérez y René Barbier, dos almas gemelas que un día decidieron unir sus vidas en una sola y materializarla en un proyecto vital, el de su viñedo y sus vinos, que se alimenta de la equidad, el cuidado del entorno y el respeto a la gente, los tres ejes del compromiso que rige su existencia.
Aquel amor sobre el terruño, rodeado de cepas y racimos de uvas, tenían claro que debía crecer en clave ecológica, equilibrando año a año los trastornos que métodos convencionales poco recomendables habían afectado durante tanto tiempo a tantas cosechas.

Así, oliendo, sintiendo, tocando, degustando y escuchando, teniendo los cinco sentidos puestos en la viña, ella misma despacito y con buena letra volvió a ser quien siempre había sido, a ser ella, a ser natural. De esta forma hacer vinos como el homónimo a la bodega, el Venus la Universal, que te transporta a los pies del Montsant como ningún otro es capaz, era coser y cantar.
Fue el primer caldo que produjeron y es el emblema de la bodega. Es el resultado del esfuerzo depositado en la viña, la búsqueda de la belleza genuina, el intento de encontrar la más pura naturaleza e interpretar la feminidad, el ánimo de interpretar a la propia Tierra, a través de un vino. Las cariñena, garnacha y syrah son las encargadas de hacerlo posible y el discurso que dan a nuestros sentidos, cargado de envoltura, equilibrio, pasión y jugosidad, la mejor demostración. Un caldo diferente de una bodega diferente.