Escabeces, un rosado de raza

Bitella y etiqueta de Escabeces
Tarragona, sus costas, gente y tradición nos lleva al recuerdo de esos arroces familiares a pie de playa. Cómo no, eso se acompaña de un buen rosado. Escabeces trae aquella memoria, aunque dentro lleva una de las joyas rosadas más innovadoras de este país.
Por Óscar Soneira
02 de abril de 2021
Vinos

Si por una casualidad de la vida te cae en las manos una botella de Escabeces, te llegará el que posiblemente sea el verdadero "ratón colorao" del país. Lo que puede suceder también en tu mente es que, viendo su color rosado y su varietal Cartoixà Vermell*, pienses que estás ante un Orange wine y te han dado liebre por gato. Posiblemente yo sería la primera persona en errar, soy muy dado a ello, mucho más cuando al varietal solo lo conozco en su vertiente de vino blanco. Toca investigar. René Barbier Jr. y Sara Pérez, entre otros, son los malhechores de este vino tan particular. ¡Juas! La suerte se pone de mi parte, son coleguis y toca descolgar el teléfono.

Así que me puse manos a la obra y contacté con Sara. Lo primero que me dijo fue "si quieres saber más acerca de Escabeces debes hablar con René. Es su vino y fue su idea". Por lo tanto, llamé a René. El joven Barbier es un tío majísimo, siempre sonriente y de buen hablar, ¡Joder! Si hasta una vez cocinó para mí y unos colegas. Y si me cocinas no soy imparcial contigo, cachis. Pero voy al quid de la cuestión. Lo que quiero decir con esto es que en la versión "hablar de vinos estrictamente con…" poco lo conozco. Sus vinos sí, su ideario no. Esto se debe a que cada vez que voy a Priorat, cojeo más de la familia Pérez en detrimento de la Barbier. Uno tiene sus filias. Hablar entonces de los vinos con René, por A o por B, nunca había sucedido. Dicho lo cual la conversación con René acerca de su ornitorrinco vínico fue más allá de lo ilustrado y esclarecedor.

Lo primero que me suelta es que un tiempo atrás no le gustaban los rosados. Vamos, simplemente los veía como la mayoría de los mortales, ni blanco ni tinto, ni chicha ni limoná. "Pero allá por 2013, creo, abrí los ojos con un Rasteau que un amigo me puso" aunque esto no es definitivo, ya que otro culpable de ello fue Pitu Roca. "Estábamos en can Roca y Pitu me hizo un maridaje entero con rosados. Aluciné. En aquella comida también comentamos que deberíamos hacer un rosado en Tarragona”. Dicho y hecho, se pusieron manos a la obra. Las primeras pruebas con rosados son con Dido, en Montsant. Buscando siempre un rosado que fuera de su agrado, no para de hacer coupages: Macabeo, garnacha, cariñena e incluso algo de tempranillo. "No buscábamos los típicos rosados, con esa fragancia de chuchería o mucha carga frutal. Nos fijábamos en los grandes rosados de Rasteau, la Provence o Tavel. Mismamente en este país ya se hacen rosados de este corte, como el Tondonia". La inquietud de René para con los rosados fue a más tras los éxitos que cosecha con Dido. "Quería hacer un rosado mono varietal, pero no quería el típico rosado de un varietal tinto. Entonces pensé qué varietales tintas me podían aportar el matiz que yo buscaba, la justa extracción y máximo potencial. Caí en la cuenta de que era el Cartoixà Vermell, una uva tinta que se asemeja más a una gris". Para ello se enrola en la aventura junto a Oriol Pérez de Tudela. Tarraconense de pies a cabeza, este filósofo de raíces más profundas que las del viñedo volvió a ellas para trabajar junto a su tío. Su trabajo llamó la atención de René y sobre todo las viñas de Cartoixà Vermell que tenía en Vilabella, en el Alt Camp (Tarragona). "El Cartoixà Vermell es una uva tinta súper interesante, porque si te fijas bien en ella, en la plenitud del envero es totalmente rosada. ¡Fucsia! Nada que ver con las tintas, que son más opacas. Además, por fuera esa piel cerosa recuerda a un varietal gris. Es casi imposible etiquetar, pero esto es lo bueno de ella, es lo que buscaba para hacer un rosado".

Y qué rosado, buena gente. Me cautivó desde el primer momento que lo probé. Es imposible que una copa de este vino te deje indiferente. Imagen muy cuidada, botella alargada del tipo alsaciana y vidrio transparente. Gracias a él, vemos el majestuoso líquido que se mueve entre el glosario de paletas del color salmón y rayos de sol crepusculares en verano. "En la botella quería homenajear a la familia; a mi abuelo que hacía aquellas botellas de rosado, y luego a Tarragona; su costa, gente e industria". La etiqueta refleja el paisaje de la costa, también juega con la tipografía y colores de aquellos 90’s de Miami Vice. El conjunto es hipnótico. No menos lo es su sabor. Atrapa. Tan sólo basta con llevar este vino a la boca para entender a René. El Cartoixà Vermell muestra una identidad propia. "Al final tienes un varietal que está catalogado como tinto, pero como te dije antes no lo es, esto te permite jugar con él cómo un brisado**. ¡Pero tampoco es un blanco! Entonces, ¿Qué hacer con él? Pues ir hasta el fondo, jugártela a hacer la máxima extracción, pero sin llegar a que la tanicidad se muestre mucho. Es una pasada y con cada añada lo vamos entendiendo mejor”.

Racimos de uva de Cartoixà VermellÀngela Llop

Se dice que un rosado es un vino entre dos mundos, yo jamás he entendido esta creencia ni la defiendo. Un rosado tiene alma propia. Este vino es eso, alma pura, raza de rosado. Realmente no necesitas más argumentos para salir corriendo y comprar, no uno, sino varias cajas de este vino. ¿Por qué? Sencillo. Es un vino cojonudo pero lo mejor está por llegar, ya que con los años se convierte en una de las joyas más preciadas de tu bodega particular. Y es que han creado un rosado jodidamente bueno, pero como los de siempre, con una evolución en botella espectacular. Como dijo el bueno de Gandalf, ¡Run you fools!

*Cartoixà es el nombre que recibe la Xarel·lo en la zona de Tarragona. La Xarel·lo Vermell (tinta) es una mutación de este varietal, está muy arraigada a la tradición del vino en Cataluña, aunque no es hasta hace poco que se le empieza a hacer más caso

**Brisado es el nombre que reciben en Tarragona y gran parte del territorio catalán los blancos trabajados con piel. Es decir, los Orange que tan de moda están ahora, pero que llevan más tiempo haciéndose en nuestro país que las pinturas en Altamira***.

*** Altamira son un conjunto de cuevas que conforman una cavidad natural, donde los primeros grafiteros cántabros allá por el Paleolítico pintaron sus hazañas en ellas. En este caso se utiliza Altamira como una hipérbole****.

**** Hipérbole, (para los de la LOGSE) recurso estilístico literario, exageración. Ej: Este vino lleva haciéndose más tiempo en Cataluña que las pinturas en Altamira.