Bodega Amor per la Terra: Anna Serra, sangre del Penedès

Anna Serra conduciendo el tractor
Anna Serra
Tres locos de atar por el vino crean una marca para consolidar los vinos naturales catalanes por todo el mundo. Para ello dan voz a elaboradores desconocidos, de entre ellos, Anna Serra. He aquí un historia doble que desemboca en una gran mujer.
Por Óscar Soneira
29 de diciembre de 2020
Vinos

Hoy os vengo a contar acerca de uno de esos proyectos que son, desde el inicio, cautivadores. Amor per la Terra (Amor por la Tierra) es un proyecto de tres colgados del vino: Jaume Jordà, Xavi Rútia y Salvador Batlle. Jaume Jordà es comercial, pero este apelativo no hace justicia a una persona con un ligamen sentimental enorme hacia el vino. Pocos, en los tiempos que corren, transmiten el cariño hacia el mundo del vino como él. Ya no tan solo de sus representados, sino de todos en general.

Xavi Rútia es junto a su hermana Janina cofundador de Monocrom, un bistrot barcelonés donde podrás beber vino a cholón, comer y disfrutar a la vez y estar atendido como en casa. Salvador Batlle es el creador y elaborador del Còsmic Celler, bodega con grandísimo potencial y para mí, una de las manos y mentes jóvenes del panorama actual vínico más interesantes.

Pues he aquí que estos tres intrépidos aventureros, cual camarilla de los Marx, ya de por sí normalmente atareados en sus respectivos trabajos, vienen a tener la bendita idea de crear este proyecto. “Es una idea que nace por parte de los tres tras hacer un viaje a Japón. Cuando llegamos allí, nos dimos cuenta de que tenían una información muy alta acerca nuestro y los vinos en Cataluña” comenta Xavi Rútia. Esto dejó estupefacto al trío, que detectan incluso una cierta admiración por parte de los nipones. Entonces le dan importancia al hecho de que es una pena que mucho elaborador que conocen (y saben que sus vinos son buenos) no tenga la relevancia y el valor pertinentes.

Poda en La VicentaAnna Serra

Así empieza Amor per la Terra, un compendio de vinos en Cataluña (no dudemos algún día de su extensión peninsular) empoderados por tres amantes del vino para ser referencia, sin llegar a ser pretenciosos. Un sello de calidad asegurando una vinificación encarada al consumidor, según Xavi Rútia, con un solo lema: “vinos accesibles, fáciles y buenos”. Gracias al empeño empleado, estos vinos están llegando a Estados unidos, Canadá y Japón con gran aceptación, “demostrando que la viticultura tradicional catalana tiene un amplio mercado”.

En estas me entero de una cosa, ¡uno de estos estupendos vinos está elaborado por una muy buena amiga! Anna Serra. Que alegría y alboroto. ¿Y quién es Anna Serra? Primeramente, es una increíble mujer. Segundo, es uno de los ejemplos más claros del imán que atrae a la gente hacia la viticultura. Tercero, tiene por manía ampliar la sonrisa de un gran amigo, Toni Carbó o el Ton de La Salada, su marido. Y es que esta historia es de esas rebonicas del todo. Anna era una citizen barcelonesa de las buenas, con raíces familiares en Les Parellades, Sant Sadurní d’Anoia, pero citizen de los pies a la cabeza. Trabajaba en la sala Razzmatazz en oficina. Como siempre el destino o la vida nos acerca a aquello que más nos llena. En este caso es el pasado familiar de Anna, Les Parellades. Una zona en medio de hectáreas y hectáreas vinícolas de Sant Sadurní. Estas son las casas familiares de Anna y Toni.

Ya veis, ya de jóvenes se conocían, pero no fue hasta los días presentes y por diversas circunstancias de índole familiar que se han unido. Anna ya con una hija y hastiada de la ajetreada vida en la ciudad condal, decidió irse a vivir con Toni. Éste, tras el fallecimiento de su padre, perdió la gran compañía que le brindaba en la viña. Un codo a codo que Anna decide devolver a Toni, ahora siendo ya su pareja. ¿Verdad que es precioso?

El vino La VicentaAnna Serra

De este tipo historias están impregnadas las antiguas películas en blanco y negro mis queridos lectores, por esto mismo el cine ya no brilla tanto, porque os parecerá una cursilada de historia, pero es de lo más bonito ever. Voy a centrarme. Tras este paso, Anna ha ido creciendo como un pagès* más. Sí, pagès. Así es como se denominan a sí mismos, nada de elaboradores: “La primera viña donde empecé, fue la Bufarrella y así, poco a poco… Ahora lo hacemos y lo compartimos todo, este es el trabajo del pagès, toca hacer el máximo posible” y así hasta hoy día. Esto lo han sabido ver los tres mosqueteros de Amor per la Terra. Para su proyecto buscaban a cinco pagesos que representaran el territorio catalán y también, cinco formas de elaborar diferentes. Evidentemente, Jaume no tardó en ofrecérselo a Anna. Anna a quien ya le rondaban las inquietudes de hacer su propio vino, dando el sí no sin sus temores –"es como cuando te vas de casa por primera vez y te tienes que espabilar por ti sólo. Te tienes que informar de muchas cosas, como de los análisis del vino… Yo estoy ahora mismo en este aprendizaje"–. Tras este salto al vacío, Anna ha creado para Amor per la Terra el vino La Vicenta. "La Vicenta es una viña de Cal Martí que está en la finca de mi familia, allí en las Parellades, donde somos sólo seis vecinos en esa extensión".

Pisado de la uva en ánforaAnna Serra

Es su viña favorita, la viña que siempre ha tenido su familia heredando el nombre de los antiguos propietarios. Suelo calcáreo y arcilloso, pero una arcilla que según Anna es muy parecida a la arena. Comenta que, si la visionáramos a vista de pájaro, desde arriba en el cielo, se asemeja a un círculo en medio de otras viñas recordando a una playa. En ese preciso oasis es donde Anna empieza su aventura en solitario. "Esta aventura me apasiona, dedicarte a hacer lo que uno le gusta, esto me hace feliz"–, y es que desde aquellos ya lejanos días en las oficinas del Razzmatazz, cambiando a la poda, recogida de uva u otros tipos de trabajos que necesita la viña, Anna ha cambiado mucho su vida. Una vida plena, donde el esfuerzo se traduce en felicidad y ésta ahora en La Vicenta.

¿Pero qué vino es La Vicenta? "La Vicenta es un vino de Xarel·lo, con una fermentación y maceración en pieles de trece días. Prensado y pasado a depósito de inox". Un Orange wine o vino naranja como primer vino. "¡Me encantan las pieles! Al trabajar con una mínima intervención en los vinos, los blancos con su piel, su tanicidad, el raspón también… Esto aporta conservantes naturales. Además, me apasionan los vinos naranjas. Al catar muchos vinos de este tipo, tengo un buen bagaje y diversas referencias. Las cual uso de guía. Estoy en un viaje y no sé, creo que el resultado es que me siento muy bien con ello".Ahora toca la nueva añada, en la que como bien indica está en un constante aprendizaje y evolución. Hemos pasado de trabajar en inox, a pasar una de la parte de este vino a ánfora.

El tractor de vendimia parte hacia bodegaAnna Serra

"Este año, al tener más uva decidí pasar una parte a ánfora. A mí la madera no me gusta y en este caso, teníamos la de Els Maçaners (un vino de Toni en La Salada) vacía y entonces tras pisar la uva, puse una parte allí y la otra en inox". Vaya, en un año tan difícil una vendimia que ha dado algo más de lo normal. "Ha sido un año malo, devastador en muchos sitios. A nosotros también nos ha tocado, pero cuando llegamos a esa viña… estaba intacta, mejor que el año pasado. Si no amas la viña, la tierra… poca cosa hacemos. Es un círculo, tú la quieres y ella te ama. ¡La tierra es mágica!". En mi caso, poco creo yo en la magia, soy más de empirismo y ciencia. Lo que sí está claro es la energía y empeño de Anna, esa ilusión desbordante que imprime en cada movimiento. La Vicenta es un gran vino, por qué parte de una idea primaria, la de tres alocados que quieren enseñar al mundo un paisaje concreto, parte de la fuerza de una mujer que no teme a nada, pues cualquier piedra que nosotros podríamos interpretar, ella la convierte en aprendizaje e ilusión. Y, ante todo, parte de la más sencilla de las cosas, humildad, "lo que hacemos los payeses, los elaboradores, es acompañar al vino para llegar a su expresión. Es una experiencia muy bonita, fascinante". Humildad en unos dedos que pasaron de teclear en una oficina, a rebuscar en la tierra hasta encontrar la felicidad.

*Fe de erratas: La viña de la Vicenta pertenece a la familia de Toni y no a la de Anna, como originalmente se indicaba.