La historia de las bodegas PradoRey pasa por la nobleza y la monarquía y se remonta unos siglos atrás. Era el año 1503 cuando la finca de Ventosilla donde se ubican, por entonces en manos del Conde de Ribadeo, fue vendida a la reina Isabel la Católica y se convirtió en Real Sitio. Cuasi dos décadas más tarde, en 1521, los terrenos pasarían de la corona a la nobleza de manos de Carlos I al II Marqués de Denia.
Durante esta etapa, aunque cerca de un siglo después, fue cuando comenzó la transformación agrícola y ganadera bajo el control del Duque de Lerma y su largo camino hasta lo que es hoy, el sueño de Javier Cremades.
Pero no es en este emplazamiento, el original y principal ubicado dentro de la Denominación de Origen Ribera del Duero, en el que se elabora jovial, fresco y frutal vino que nos ocupa, el PradoRey Verdejo.
En las modernas y vanguardistas instalaciones de la bodega en el término municipal de Rueda, construidas en el 2007 con el ánimo de ser un baluarte de la tecnología y la calidad en esta denominación de origen vallisoletana, es donde nace.
Tras una vendimia nocturna y mecanizada de uvas 100 % de viñedos seleccionados, la variedad autóctona nacida en suelos típicamente rodenses es sometida a diversos procesos propios de la bodega mediante los que se aprovecha al máximo su potencial aromático. Después del enfriamiento de la pasta, la maceración en prensa neumática, la prensa y la separación de los dos tipos de mosto, fermenta a temperatura controlada y es finalmente criado sobre sus lías durante tres meses.
Cuando todo ha terminado, el PradoRey Verdejo —de un atrayente amarillo pajizo, con reflejos verdosos— sorprende por una amplia nariz y una carnosa boca, por su vivacidad y su persistencia, por ser un monovarietal adecuado tanto para el aperitivo como para una comida ligera.
Sustentando la cultura vinícola con los valores de la innovación, la calidad, la protección del medio ambiente y la responsabilidad social corporativa, PradoRey no decepciona.