Amor de vino. Amor tinto, blanco o rosado. Otra vez amor. Y besos. Besos de vino. Besos con sabor a vino rosado. Besos de Garnacha Rosé.
Unas palabras tan poéticas e idílicas como las anteriores bien podríamos habérselas escuchado a Antonio el Toro, imagen de Beso de Vino y profundo enamorado de sus caldos.
Viajamos al histórico Aragón, a unos viñedos situados entre los lechos del Huerva y Jalón, en las laderas de las sierras ibéricas de Algairén y Pecos. Son las viñas de la compañía Grandes Vinos y Viñedos, S.A., elaboradora de los caldos Beso de Vino.
Con carácter internacional y el toro Antonio diseñado por los navarros de Kukuxumusu como enseña reconocible, los Beso de Vino de la Denominación de Origen Cariñena ya se exportan a más de treinta países.
Y es que estos vinos destacan y atrapan con una juventud radiante y una forma de entender este mundo que mucho tiene que ver con sus más potenciales consumidores. Muestra de ello es su Garnacha Rosé, el caldo que hoy nos va a ocupar.
Fresco, repleto de sabor, perceptivamente semi seco, y con aromas a frambuesa, cereza y mineral, el rosado de estas bodegas aragonesas demuestran que con la garnacha no solamente se hace buen tinto, sino también muy buen rosado.
El sabroso Beso de Vino Garnacha Rosé resulta perfecto para acompañar cualquier comida, especialmente si contamos en ella con la presencia de ensaladas, arroces, carnes blancas o quesos frescos. Un vino que te seducirá a beso a beso.