La comida renacentista del Decamerón

Cuadro de Botticelli sobre el Decamerón
De lo erótico a lo trágico, pasando por el humor, el Decamerón de Boccaccio es una recopilación de relatos que nos permite conocer la sociedad del Renacimiento.
Por Alfredo Álamo
01 de junio de 2017
Gastroliteratura

Uno de los momentos más difíciles que vivió la Europa Medieval fue la llegada de la peste negra. En pocos años, la mayor parte de la población fue erradicada, incapaz de hacer frente a una enfermedad imparable. Durante estos años, muchos ricos mercaderes y aristócratas optaron por alejarse de las ciudades, donde había más casos de peste, instalándose en el campo. A partir de estos hechos, el autor italiano Boccaccio escribió el Decamerón, una colección de cuentos basada en la idea de un grupo de hedonistas enriquecidos que se aíslan del mundo para disfrutar de sus placeres.

En el Decamerón podemos encontrar una visión satírica y exagerada de la época, con los vicios más habituales entre los más acaudalados del Renacimiento. La lujuria, la gula, el orgullo… todos los habitantes de la apartada villa donde se desarrolla la acción no quieren saber nada del mundo exterior, aislándose en sus propias fantasías.

Cada día se relatan cuentos entre ellos, que son los que al final configuran el Decamerón, donde podemos encontrar un reflejo, algo distorsionado, eso sí, de la sociedad de la época. El propio Boccaccio ya nos da indicaciones de qué buscan estos personajes, buscando el mucho beber y el mucho gozar, aprovechando al límite el tiempo, ya que en realidad no sabían cuánto les quedaba de vida.

Cuadro de Waterhouse sobre el Decamerón

En cuanto a la gastronomía, en muchos de los relatos del Decamerón se habla de comida, como un eje fundamental de la sociedad, momento de reunión social y a la que se daba una gran importancia, ya que muchos de los personajes eran tan dados a la gula como a la lujuria. En cuanto a los platos, como eran ricos, hablan mucho de caza. La carne de animales como jabalís o venados era clave y se solía preparar en asados a fuego lento o guisos acompañados de verdura.

Se menciona también la historia de un cocinero, al que mandan cocinar una grulla que había cazado su señor. Este, cuando ya la tiene lista, asada y especiada, le regala uno de sus muslos a una joven a la que se quiere beneficiar. Luego, trata de convencer a su amo de que las grullas sólo tienen una pata, con la que se apoyan. Ni que decir tiene que la historia no acaba bien para el pobre cocinero.

En otro de los relatos se comenta algo más macabro, ya que, por un asunto de engaños maritales, acaban cocinando el corazón de un jabalí, que se preparaba desmenuzado y muy especiado, para hacerlo pasar por el de un adúltero antes de dárselo a probar a su amante.

Cuadro de Winterhalter sobre el Decamerón

En la Novela Sexta del libro encontramos la descripción de uno de los grandes momentos gastronómicos de la época: el banquete. Ahí vemos que sirven varios manjares en bandejas de plata, todos ellos decorados y servidos con exquisito gusto. A destacar: pescaditos recién sacados de un vivero y fritos en aceite frente al rey.

En cualquier caso, en el Decamerón la comida forma parte casi siempre de una manera de introducir el erotismo, una lujuria que se une a la gula y que usa a la gastronomía como una parte sensual del comportamiento humano.