"Es el alma mater, es mi padre, y con eso queda dicho todo", en tan pocas y certeras palabras describe el actual presidente de Bodegas Emilio Moro, José Moro, el vino homónimo a su fundador, el vino que resume el amor que durante tres generaciones una familia ha profesado por el arte de elaborar buenos caldos con el máximo de los respetos por la materia prima, el entorno donde crece y la tradición que los llevó hasta donde están.

Así, con una filosofía básica que no hace otra cosa que buscar la excelencia, vinos como el Emilio Moro ven la luz en las instalaciones que poseen en Pesquera de Duero. Un vino emblemático de la denominación de origen a la que pertenece, Ribera del Duero, que refleja los valores de la bodega tanto a nivel conceptual como material al estar elaborado con una selección de uvas de los suelos y fincas más representativas de Emilio Moro.
El de la cosecha de 2011 fue especialmente provechoso gracias a las lluvias del invierno y la tranquilidad meteorológica de los meses de septiembre y octubre que posibilitaron un ciclo mayor y una maduración completa de las uvas. Quince días macerando con hollejos y una crianza en barricas de roble americano y francés con diferentes tostados durante doce meses consiguen una armonía protagonista entre la paleta de tonalidades olfativas y gustativas que este caldo tiene.

Un compendio tan particular obran la gracia que hacen de este vino un fiel reflejo con sus matices, su riqueza, sus esencias y su bella complejidad de un nombre que fue el de su fundador y es el de su bodega. Bonita forma de hacerle honor tiene Emilio Moro.