Descubre el misterioso secreto tras la piel blanca del fuet y otros embutidos

Cuchillo cortando fuet en primer plano
En España tenemos una amplia variedad de embutidos de altísima calidad: fuet, chorizo, lomo, salchichón... Muchos de ellos vienen cubiertos con una capa blanca que no es ni harina ni polvo blanco. ¿Qué será, será?
Por Sonia Dorado
15 de febrero de 2024

A los españoles nos gusta el buen comer. No hay plan mejor que sentarnos a la mesa mientras degustamos unos buenos platos y un buen vino. Y la velada sube de nivel cuando esos platos pertenecen a la gastronomía española, como una tabla de embutidos.

Es imposible decir no a una tabla con fuet, salchichón, chorizo, lomo... (se nos hace la boca agua con solo pensarlo). Y, hablando de embutidos, ¿has pensado alguna vez qué es la piel blanca que los recubre? Porque seguro que te habrás dado cuenta de que existe y es un poco molesta cuando estamos comiendo fuet, por ejemplo. Aunque, por muy molesta que sea, no pueden prescindir de ella. Te contamos por qué.

Tabla de madera con fuet cortado

¿Qué es la capa blanca que cubre el fuet y otros embutidos?

A la hora de comer embutidos, el mundo se divide en dos. Los que se los comen con la piel y los que se toman su tiempo para retirarla antes de hincarle el diente. Da igual del que equipo seas, esa capa siempre está, y estará, presente. Y es imprescindible que esté.

Son la tripa o piel del embutido, que puede ser natural o sintética. Y sobre esta piel, hay un polvito que se llama «velo blanco» y se trata de un moho que protege la carne de los embutidos para que se mantengan en buen estado.

En palabras más sencillas, este polvo blanco que vemos sobre la piel de los embutidos, que no es ni harina ni polvo, actúa como una coraza de protección que evita que entren en la carne del embutido otros hongos que puedan deteriorarla o que sean peligrosos para la salud. Además, no surge por arte de magia, es el propio fabricante, durante la cadena de producción, quien esparce esporas de hongos sobre los embutidos con el fin de que proliferen y protejan sus carnes de otros mohos no aptos para el consumo.

Pero aquí no queda la cosa. Estos hongos, las bacterias Penicillium nalgiovense y Penicillium chrysogenum, también son los encargados de aportar el olor tan característico de embutidos como el salchichón o el fuet.

Por último, para desvelar la gran duda generalizada en la población acerca de si esta capa blanca de los embutidos es comestible o no, aquí te desvelamos su gran incógnita: este velo blanco se puede comer tranquilamente, no ocasionará ningún problema de salud o intoxicación alimentaria. Lo que sí tendrás que vigilar es si su piel es natural o sintética en caso de que corras riesgos de sufrir alguna reacción alérgica.