Cómo ajustar la sal de un plato con un ingrediente que no te esperas

Chef con delantal negro en una cocina echando sal en un mortero
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¿Cuántas veces estás cocinando, echas sal y se te va la mano? Te traemos un truco para que en lugar de comerte el plato tan salado o desecharlo puedas equilibrar su sabor agregándole otro ingrediente secreto. ¿Cuál será?
Por Sonia Dorado
25 de marzo de 2024

La sal, o cloruro sódico, es un ingrediente muy utilizado en la cocina para dar sabor a las comidas. Además de añadir sabor, es una fuente de minerales que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente, pero la necesita en su justa medida. Por eso, hay que tomarla con moderación y evitar su consumo excesivo.

Seguro que, muchas veces, mientras cocinas, has cogido un puñado de sal y sin querer has echado más de la cuenta. O también te ha podido pasar que, cuando te sientas a la mesa y te metes el primer bocado en la boca, la comida está salada no, lo siguiente, tanto que prefieres no comerla. Pues como no está la cosa para ir desechando la comida te vamos a compartir a continuación un truco para que ajustar la sal en un plato rápidamente y usando otro ingrediente que seguro no te esperas.

Echamos el zumo de limónEl Oso con Botas

¿Te has pasado con la sal? Haz esto y caso resuelto

Cuando un plato nos queda demasiado salado porque nos hemos colado echándole sal, la primera opción que se nos viene a la cabeza es tirar el plato directamente a la basura. Y lo hacemos inconscientemente porque, hasta ahora, no sabíamos que existía una forma de salvar un plato con mucha sal: echar limón para compensar los sabores.

Y es que el ácido del limón puede contrarrestar el exceso de sal, equilibrando los sabores y añadiendo un toque de frescura al plato de paso. Este truco es muy simple, lo único que tendrás que hacer es, cuando detectes que te has pasado echando sal mientras cocinas o cuando te sientes a la mesa y pruebes la comida y está extremadamente salada, coger un limón, cortarlo por la mitad y echar unas gotitas de su zumo en el plato.

Nuestra recomendación es que vayas echando las gotas de limón al plato de manera gradual, lo vayas degustando y haciendo los ajustes de sabor según tus gustos y preferencias. Es mejor que lo hagas poco a poco porque, como eches mucho limón de primeras, sí que te cargarías el plato y no tendría solución. Si no tienes limón en casa, también puedes usar un vinagre que sea suave y realizar el mismo proceso.