La historia del chocolate de Antica Dolceria Bonajuto es cuasi la historia del chocolate en sí mismo, un viaje que va de España a América y del otro lado del charco de nuevo a la vieja Europa terminando el siglo XV. El descubrimiento del Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492 hecho por la expedición española que comandaba el navegante Cristóbal Colón supuso uno de los momentos cumbres de la historia universal y el encuentro entre dos mundos, Europa y América, que habían vivido separados hasta entonces.

La exploración de tierras americanas trajo consigo, además del contacto con otras culturas, el hallazgo de alimentos y técnicas para elaborarlos que en el mundo conocido eran totalmente desconocidos.
Del pueblo azteca, en concreto, los españoles descubrieron el cacao y una bebida, antecedente del chocolate, que pronto llevaron a Europa. La incorporación de otros ingredientes al preparado y las ligeras modificaciones de las técnicas, ya en terreno europeo, dieron lugar a un chocolate similar al actual que rápidamente se propagó en todo el continente pero especialmente en las zonas dominadas por los españoles, como Sicilia.

Fue en aquellas tierras, concretamente en el condado de Módica, donde las primitivas técnicas de elaboración del chocolate y sus ingredientes primigenios se mantuvieron sin modificaciones a lo largo de los siglos y han llegado a nuestros días de la mano de confiterías centenarias como Antica Dolceria Bonajuto.
Abierta en el año 1880 por Francis Bonajuto, que seguía los pasos de su padre en el arte de los dulces, la Antica Dolceria Bonajuto pronto se convirtió en un corazón de la Módica más barroca con la venta de sus confituras de raíces árabes y españolas con especial atención al chocolate.

Y es que el chocolate Bonajuto se compone única y exclusivamente de cacao, azúcar y especias que, junto con el método de elaboración empleado, tan similar al que utilizaban los aztecas hace tantos siglos, logran en él una pureza cuasi absoluta y un sabor intenso y natural. El chocolate Bonajuto es, sin objeción, un chocolate testigo de la historia.