Una justa fritura, un rico aceite y, sobre todo, un buen género son fundamentales cuando hablamos de componer la perfecta melodía de un rey de los aperitivos. Eso lo saben bien especialmente en esas empresas con décadas de trabajo a las espaldas. Los emprendedores que, cuando la palabra ni siquiera se decía y este bocado de pecado no era una moda, apostaron por poner en marcha una freiduría artesanal dedicada, en exclusiva, al noble arte de la elaboración de patatas fritas.
El protagonista de esta historia tantas veces dada es Miguel Ángel López Franco, quien en la década de los ochenta del pasado siglo puso en marcha en la Sierra de Aracena su negocio, Patatas fritas Perdi. Para triunfar, sabía lo que debía hacer. La fórmula la tenía cristalinamente clara: unión de tradición, artesanía y gusto por lo exquisito.
El proceso, llevado a cabo desde entonces y hasta el día de hoy invariablemente, da comienzo por la selección de la patata. Deben ser piezas de una variedad con rasgos apropiados para la fritura, capaz de resistir esas temperaturas. Un tubérculo de gran calidad que en las instalaciones de la freiduría en Aracena son peladas a mano, una a una, siendo repasadas para eliminar impurezas y evitar cualquier sabor impropio de esta elaboración. Esto asegurará un buen producto final.

Tras la elección y control de la materia prima, el corte y la fritura. Tras ser laminadas con una medida más gruesa de lo habitual, aunque sin exagerar, se sumergen en una mezcla de aceite de oliva y girasol, parte de la receta del éxito de Perdi. Este proceso también es hecho a mano, con supervisión constante, con el fin de encontrar el punto exacto de dorado que se espera de estas patatas. El punto que las hace diferentes.
Pasado el proceso clave y sacadas en el momento preciso, con sal marina y de nuevo a mano se les da el toque maestro. El resultado es el que los incondicionales de estas papas onubenses conocen: patatas fritas de una forma precisa, con un corte que marca la diferencia, una textura distintiva y un crujiente mágico. Con el aroma y el sabor distinguible de las Patatas fritas Perdi, un clásico de las provincias andaluzas de Huelva y Sevilla elaborado diariamente.