St. Bernardus Abt 12, la quadrupel que clona la Westvleteren XII

Dos botellas y copa de cáliz de St. Bernardus Abt 12
St. Bernardus
Desde 1946, St. Bernardus en Watou fabrica cervezas siguiendo las recetas originales de Sint Sixtus, como es el caso de esta Abt 12, idéntica a la Westvleteren XII y una de las mejores del mundo.
Por Antony Peel
09 de agosto de 2019
Cervezas

Sin ser una cervecería de orígenes medievales, St. Bernardus es una de las marcas más legendarias del panorama cervecero mundial y con una curiosa historia a sus espaldas. Su origen y emplazamiento actual se encuentra en Watou, una pequeña localidad belga de apenas 2 mil habitantes perteneciente a la provincia de Flandes Occidental, justo en la frontera con Francia.

Precisamente desde el país galo, más concretamente desde la Abadía de Monts des Cats se trasladaron a principios del siglo XX a este pueblo un grupo de monjes cistercienses, fundando ahí el Refugio de Nuestra Señora de San Bernardo. Su idea era escapar de los altos impuestos que debían pagar en Francia, y una vez establecidos en tierras belgas, se dedicaron a la fabricación de quesos como modo de subsistencia.

Ya en los años 30, las autoridades francesas empezaron a mostrarse más tolerantes hacia algunas comunidades religiosas, incluyendo la Orden del Císter, por lo que sus monjes decidieron volver a su tierra natal, dejando su fábrica de queso en manos de Evariste Deconinck quien siguió expandiendo el negocio lácteo hasta bien entrada la década de 1940.

El año 1946 marcó un antes y después en esta historia. La Abadía de Sint Sixtus, hogar de las míticas cervezas Westvleteren, y ubicada a escasos 10 km de Watou, decidió suspender la comercialización de sus cervezas y sólo producir para el consumo de sus propios monjes. Sus responsables llegaron a un acuerdo con Evariste Deconinck, cediéndole una licencia para que éste comenzara a fabricar y comercializar las mismas cervezas, ahora llamadas Sixtus de Watou, con la ayuda del maestro cervecero original de las Westvleteren, Mathieu Szafranski, y usando las mismas cepas de levadura que usaban los monjes trapenses de Sint Sixtus.

El acuerdo se renovó varias veces con los descendientes de Deconinck, hasta que en 1992 con la entrada en vigor de la denominación de origen de Auténtico Producto Trapista que obligaba a que las cervezas trapistas o trapenses fueran fabricadas por monjes dentro de los muros de una abadía, y que los beneficios de esa producción sólo sirvieran para cubrir los gastos de la misma y la subsistencia de dichos monjes, en Sint Sixtus decidieron retomar la fabricación de sus Westvleteren.

St. Bernardus 12, una de las mejores cervezas oscuras del mundo

Tres botellas de St. Bernardus Abt 12St. Bernardus

Pero obviamente en Watou no iban a dejar de fabricar esas cervezas que tanto éxito habían cosechado a lo largo de casi cinco décadas. Con el saber hacer adquirido a lo largo del tiempo y las instalaciones construidas para tal propósito, siguieron fabricando sus versiones particulares de las Westvleteren bajo el nombre de St. Bernardus.

Y en esas tenemos esta St. Bernardus Abt 12, el tope de gama de la marca, y el equivalente no-trapista de la legendaria Westvleteren XII. Se trata de una de las mejores del mundo al igual que la cerveza en la que se basa y obviamente es el buque insignia de St. Bernardus: una cerveza de abadía oscura de tipo quadrupel que sigue la misma receta desde 1946.

Se distingue de las demás de cervezas de la marca por ser la portadora de la etiqueta azul, una etiqueta en la que vislumbramos el simpático monje bonachón tan característico de St. Bernardus, alzando una copa en forma de brindis. La leyenda cuenta que cada cierto número de botellas, se puede encontrar al monje lanzando un guiño al consumidor, aunque no hemos tenido la fortuna de poder comprobarlo por nosotros mismos.

Pero volviendo al contenido de esa botella, es una cerveza de color achocolatado, con espuma densa y cremosa de color marfil bastante persistente. Con una segunda fermentación en botella alcanza un contenido alcohólico que supera el 10% de ABV, resultando ser una cerveza algo dulzona aunque no exenta de cierto amargor al final del trago (20 IBUs).

De mucho cuerpo y muy compleja, sus aromas nos recuerdan a especias, chocolate, café e incluso fruta, debido a la cepa de levadura original de esta cerveza, mientras que en boca percibimos muchas de esas mismas notas a las que se añaden caramelo, frutos rojos y obviamente las maltas tostadas empleadas en su elaboración.

Con una temperatura de servicio recomendada de entre 8 y 12ºC, todas las características anteriormente citadas hacen que maride espectacularmente con guisos contundentes en los que la carne de caza es la protagonista, con quesos fuertes como el roquefort o incluso con chocolate si nos atrevemos a tomar la St. Bernardus Abt 12 como una cerveza de postre.