El nombre de este restaurante, Lillas Pastia, va indisolublemente unido al concepto de taberna. Un hecho que podría constituir un acto de absoluta humildad, y en parte lo constituye, pero que obedece a otros imperativos.
Discurría el verano del 1995 cuando el chef Carmelo Bosque abrió por primera vez las puertas de su establecimiento en la antigua biblioteca del Círculo Oscense, el edificio modernista más notable de la ciudad, conocido popularmente como el Casino de Huesca. Un año en el que la novela Carmen de Prosper Mérimée, tan popularizada después a través de la ópera de Georges Bizet, celebraba su 150 aniversario.

En la cruda y triste historia que narra hace acto de presencia un tabernero, llamado Lillas Pastia, al gobierno del escenario en el que se dan cita gentes de mal vivir, bandidos, contrabandistas, toreros desventurados y la propia Carmen. Tomando su nombre para el restaurante es como el cocinero de Ponzano decidió rendir homenaje a una obra tan trascendental, tan significativa como pretende que sea la suya propia.
Una creación en la que en la buena mesa el comensal siempre encuentra una fuente de placer y sensaciones. Una singular y acogedora forma de disfrutar de la gastronomía más enraizada en la tierra oscense, sin imposturas ni artificios. Y un modo de disfrutar, como pocas veces se puede, del diamante negro autóctono, la trufa negra que tanto aprecia Carmelo.

En la carta de temporada de la Taberna de Lillas Pastia asistimos a la degustación de entrantes como el salteado de rebozuelo con huevo poche, melocotón y migas o el royal de azafrán con gamba roja y ave crujiente, a pescados como la merluza con changurro y jugo de cigalas, a carnes como el jarrete de cordero a la miel con puré de apionabo y patatas suflé y postres como el cremoso de vainilla Bourbon con almendra y granizado de whisky.
A estas opciones, disponibles todas ellas a la carta, se suman dos menús: el Carmen, de nuevo en referencia a la novela y ópera, compuesto de un aperitivo, dos entrantes, pescado o carne y postre; y el menú degustación, puramente estacional y más largo, conformado por nueve pasos. De ellos, destacan platos como el arroz de trufa de verano, las cocochas de bacalao al pilpil y el rabo de buey glaseado al vino tinto.
Lillas Pastia, que fue el primer restaurante de Aragón en conseguir una estrella Michelin, en 1998, recuperó en 2009 el galardón que continúa luciendo y añadió a los reconocimientos, en 2014, dos Soles Repsol.
Taberna Lillas Pastia
Plaza Navarra, 422002 Huesca
974211691
www.lillaspastia.es
Española, De mercado
35€-65€