
Cantabria cuenta con una oferta que combina tradición, innovación y un profundo respeto por el producto local. Sus restaurantes, muchos referentes a nivel nacional, reflejan la riqueza de la cocina cántabra y la visión de chefs que han sabido elevar la despensa regional a la alta gastronomía. Reunimos algunos de los templos culinarios más destacados de la región, todos con un denominador común: convertir cada visita en una experiencia inolvidable.
Cenador de Amós, Villaverde de Pontones
Cenador de Amós, liderado por el chef Jesús Sánchez junto con María Martínez en sala, es considerado uno de los mejores restaurantes de Cantabria y de España gracias a una propuesta que combina excelencia, sostenibilidad y un profundo respeto por la tradición. Sánchez ha reforzado su apuesta por la cocina consciente. Además, su obrador fue distinguido por elaborar el mejor pan de restaurante de España en Madrid Fusión 2024, un reconocimiento a su empeño por dignificar este producto esencial de la gastronomía. Paralelamente, ha publicado su tercer libro, Casero, donde combina memorias y recetas tradicionales, y continúa gestionando otros negocios como el restaurante Amós en Madrid, impartiendo cursos y creando iniciativas que consolidan la conexión entre su cocina, el producto local y las raíces cántabras.

El Nuevo Molino, Puente Arce
El Nuevo Molino, ubicado en Puente Arce, es uno de los restaurantes de referencia en Cantabria, la antigua casa del histórico cocinero cántabro Víctor Merino. Actualmente gestionado por Toni González y Rafael Prieto, el restaurante ofrece una propuesta gastronómica de mar y montaña con una filosofía centrada en la cocina cántabra tradicional actualizada y basada en productos locales como pescados frescos de la lonja de Llanes —sin carta fija de pescados para adaptarse cada día a las capturas— y carnes de la raza tudanca. En 2023 culminó una profunda reforma que se prolongó más de lo previsto, durando un año y medio y transformando por completo sus espacios con la modernización de sus instalaciones y la creación de un salón de bodas con capacidad para 200 comensales. Pese a los cambios, mantiene la esencia histórica del molino del siglo XVIII y la solidez de su equipo principal, encabezado por el chef José Antonio González y la directora de sala y sumiller Elvira Abascal, que siguen sosteniendo el carácter emblemático de este restaurante cántabro.

El Serbal, Santander
El Serbal es uno de los restaurantes icónicos de Santander desde su apertura en 1999. Se encuentra en la primera planta del emblemático edificio Cormorán y cuenta con espectaculares vistas panorámicas a la Segunda Playa de El Sardinero, hasta donde se trasladó en 2022. El proyecto dirigido por Rafael Prieto, propietario, jefe de sala y sumiller, apuesta decididamente por el producto local de temporada y de mercado con especial protagonismo de los pescados del Cantábrico que se adquieren a diario en la lonja y de las carnes autóctonas de raza tudanca. La cocina está liderada por el joven chef José Ramón Bustamante, mexicano de nacimiento pero con raíces cántabras y gallegas, formado en el Centro Superior San Ángel y con experiencia previa en restaurantes como los de los hermanos Roca o Quique Dacosta. Tras su etapa como segundo chef asumió la dirección culinaria en el momento del traslado al Sardinero desarrollando una propuesta que combina el respeto por la tradición cántabra con influencias mexicanas y técnicas contemporáneas. Además, el restaurante complementa su oferta con Querida Mar, un bistró informal situado en la planta baja del mismo edificio que ofrece una alternativa más asequible sin renunciar a la calidad.

La Bicicleta, Hoznayo
En la localidad cántabra de Hoznayo encontramos este restaurante que ocupa una casona solariega del siglo XVIII completamente restaurada por sus fundadores, el ex ciclista Eduardo Quintana y Cristina Cruz, quienes han convertido lo que nació como una humilde casa de comidas en restaurante gastronómico de referencia. Su propuesta mantiene como eje central la sostenibilidad y la filosofía de kilómetro cero apostando por productos de temporada y proximidad, con especial protagonismo de las verduras cultivadas en su propio huerto de una hectárea situado a un kilómetro del establecimiento. La experiencia gastronómica invita a recorrer distintos espacios, desde el jardín y la barra, donde se reinterpretan pinchos clásicos, hasta la cocina abierta y el comedor principal, un proyecto en el que tradición, producto y creatividad se integran en un mismo relato culinario.

La Casona del Judío, Santander
La Casona del Judío, bajo la dirección del chef Sergio Bastard, es un espacio donde se combina técnica, creatividad y un profundo respeto por el producto local. Bastard, formado como abogado y cocinero, ha hecho del mar Cantábrico su principal despensa con pescados y mariscos tratados bajo un prisma singular. Cobran especial protagonismo las algas atlánticas, utilizadas en snacks y salsas, así como recursos como la salmuera de anchoa o el suero de queso, reutilizados como potenciadores del sabor. Su compromiso medioambiental se refleja en que el 90% de los ingredientes proceden de productores cántabros o de su propio huerto, reforzando una cocina de cercanía. La experiencia gastronómica se enriquece con un recorrido por distintos espacios, desde el salón de barra-escenario donde el chef culmina siete snacks frente a los comensales hasta el comedor principal, pasando por una carpa acristalada con capacidad para 250 personas, concebida para bodas, celebraciones o eventos empresariales, rodeada de un enorme jardín. El proyecto, en el que Adrián Ruiz ejerce como director de sala y sumiller complementa su propuesta con una tienda en línea de bonos regalo y cursos.

Solana, Ampuero
Dirigido por el chef Ignacio Solana junto a su hermana Inma Solana como jefa de sala y sumiller, la cuarta generación de una saga familiar dedicada a la hostelería, Solana mantiene su esencia a escasos metros del Santuario de La Bien Aparecida, patrona de Cantabria. Tras la profunda reforma culminada en 2024 el restaurante luce una cocina central ampliada que ahora comparte espacio con la taberna, sin renunciar al histórico colmado familiar donde se pueden adquirir productos locales como queso, miel, anchoas y embutidos. Desde sus ventanales se contempla el paisaje verde de la comarca del Asón, un entorno que nutre la filosofía de kilómetro cero y la huerta propia del establecimiento. Nacho Solana, que también celebra la llegada de su hija, se encuentra en momento profesional brillante incluso ampliando horizontes con una nueva propuesta en el hotel boutique Pico Velasco, donde ofrece desayunos y menús de mar y montaña.
