El Molino de Urdániz, la personalísima propuesta de David Yárnoz

En el término de la menuda localidad navarra de Urdániz, en plena ruta francesa del Camino de Santiago, se encuentra un restaurante que cocinando su entorno ha sabido desarrollar un completo estilo propio. Porque El Molino de Urdániz del joven David Yárnoz apenas ha necesitado mirar más allá de los límites de la comunidad foral para componer su extraordinaria oferta. Ni siquiera del valle donde se ubica.

Su propuesta gastronómica es creativa, libre de cualquier tendencia, consagrada a la creatividad y tremendamente imaginativa. El discípulo de Luis Irizar no se casa con nadie, ni consigo mismo, e impone lo que su privilegiado intelecto dicta a cada momento. Evolucionando temporada tras temporada, sin avergonzase del pasado ni espantarse por el futuro. Componiendo con el corazón y aquello que tiene más mano.

Fotografía cortesía del restaurante El Molino de Urdániz

Y es que el secreto no es otro que buena materia prima, y la que encontramos en Navarra resulta sobresaliente, una técnica sumamente pulcra y su grandioso toque personal. De este modo es como platos rebosantes de sapiencia, magníficamente hilados, que toman ingredientes populares al alcance de cualquier bolsillo para elevarlos a lo más alto, salen de la cocina de El Molino.

Fotografía cortesía del restaurante El Molino de Urdániz

Son elaboraciones como el más que clásico caramelo de pimentón con relleno de mousse de chistorra, la cebolleta cocinada con grasa de avellana y huevas de calamar, la trufa de invierno con cerveza y leche fermentada o el carpaccio de manos de cerdo con navaja, cubierto por una crema de cacahuetes, jengibre y unas notas ácidas. Elaboraciones protagonistas del menú degustación, que muestra el pasado, presente y futuro de la culinaria de David Yárnoz, y de la carta, en la que también encontramos interesantes recetas. Por ejemplo, un steak tartar aderezado con una emulsión de arbequinas y brotes, recogidos en las cercanías del restaurante, o solomillo de vaca asado con pimientos y teja de patata.

Fotografía cortesía del restaurante El Molino de Urdániz

El Molino de Urdániz no quedará en el centro de una gran ciudad, pero el desplazamiento a su ubicación, si uno es un gastrónomo de los pies a la cabeza deseoso de nuevas y sorprendentes propuestas, está más que justificado. Una firme promesa que no dejará de dar que hablar.