En los últimos años la moda de los food trucks se ha instalado con fuerza en España, después de hacer lo propio en países como Reino Unido, Dinamarca o, por supuesto, Estados Unidos. Han proliferado como setas los festivales de gastronetas, pocos eventos quedan sin un espacio para estos puestos de comida sobre ruedas y no existe medio de comunicación que haya obviado el fenómeno de la gastronomía callejera.
Sin embargo, ante tal avalancha, cabe preguntarse si eso de comer y beber en la calle es otro de tantos inventos yanquis, una nueva moda que nos ha llegado, o en realidad no es más que una evolución de algo que se ha hecho toda la vida y que en este país conocemos bien.
Porque para nosotros, pensándolo bien, comer en la calle es mucho más que una tendencia. Pensemos en esas fiestas de pueblo, en las que uno disfruta de platos tradicionales en plena vía pública. En esas tabernas, en las que uno come de pie tapas o bocadillos poniendo un pie en la calle constantemente. En esos bares en los que la norma no escrita es salirse al exterior, apoyarse sobre un barril convertido en mesa y yantar con gusto un buen pincho. O en todos esos puestos de comida que en fiestas, días especiales o cualquier momento, según lo que imponga la legislación de cada lugar, convierten el asfalto y los adoquines en grandes comedores donde gozar de buenos bocados en comunión.
Así que para demostrar que más allá de bonitas furgonetas donde se elabora una cocina foránea de rica y de calidad, en nuestras tierras tenemos una comida igualmente buena y propia, aquí va este listado:
Espeto, en Málaga

El espeto, también llamado espetón, es un plato típico de la gastronomía malagueña en el que varias sardinas u otros pescados son asados gracias a unas brasas. Estos se espetan —es decir, se atraviesan— con unas cañas o hierros que se inclinan sobre unas ascuas para conseguir su cocción.
Lo más común es ver a los espeteros asando en la playa junto a un chiringuito, normalmente ayudándose de un montículo de arena para clavar los asadores, pero también en cualquier otro lugar al aire libre, haciéndolo sobre pequeñas embarcaciones repletas también de arena. Pocas mejores formas existen de degustar unas ricas sardinas.
Pulpo a la gallega, en Galicia

Pulpo a la gallega —conocido en Galicia como polbo á feira— es un plato tradicional de la gastronomía de esta comunidad que, además de haberse extendido su consumo a toda España, normalmente en restaurantes y tascas tradicionales, en este territorio del noroeste peninsular también se prepara en la calle.
Podemos verlo en toda clase de festivales culinarios celebrados al aire libre, en fiestas señaladas como las de la Ascensión de Santiago de Compostela o las de Froilán en Lugo e incluso cualquier fin de semana, en domingo normalmente. Son pulpeiros y pulpeiras que se colocan en calles transitadas, equipados con grandes cazuelas, en las que cuecen el pulpo, lo trocean, lo aderezan con el tradicional pimentón y lo disponen para que cualquiera lo deguste allí mismo o pueda llevárselo a su casa.
Gallinejas, en Madrid

En el presente su venta se reduce a establecimientos especializados de la ciudad de Madrid y alrededores o a puestos callejeros temporales montados para fiestas como las de San Isidro, pero en el pasado era una cotidianidad poder hacerse con un bocata o un cono de gallinejas en cualquier quiosco de la Villa y Corte.
Las gallinejas son una de las elaboraciones típicas de la casquería madrileña, básicamente intestino delgado de cordero lechal y un pedazo de su mesenterio o entresijo fritos, muy hechos, en su propia grasa. Pueden comerse sin más, en un cono de papel, o dentro de un bocadillo, acompañado por una buena ración de patatas fritas. Un plato de calle que sabe a gloria.
Churros, en toda España

No es que sea un plato especialmente elaborado, ni un plato como tal siquiera, pero los churros es una comida callejera tan nuestra que no podía faltar en esta pequeña selección de street food española.
Finos, más gruesos, en lazo, azucarados o con chocolate, quizás los más típicos llegados el invierno, los churros no suelen faltar en fiestas como las Fallas, la Feria de Abril, las fiestas del Pilar de Zaragoza, San Isidro o en cualquier feria de atracciones. Solamente serán una mezcla agua, harina de trigo, aceite y sal, pero qué buenos están.
Barquillos, en Madrid y las Castillas

Era y continúa siendo una estampa típica de muchas ciudades y pueblos castellanos. El barquillero, situado en una concurrida plaza ataviado con sus ropajes tradicionales, ofrece los barquillos de su cesta a sus viandantes y, de paso, les invita a probar suerte en su característica e inseparable ruleta.
Este dulce tradicional, que se hizo particularmente popular en el siglo XIX y comienzos del XX gracias precisamente a estos vendedores callejeros, está hecho con una masa de trigo, sin levadura, endulzada con azúcar y miel. Y aunque en la actualidad lo común es verlo con forma de canuto, tradicionalmente se presentaban en láminas planas y finas.