Ni tienen que ofrecer un determinado tipo de cocina, ni llevar décadas abiertos, ni haber ganado antes ningún premio. Cualquier restaurante del mundo puede ser candidato a formar parte de The World's 50 Best Restaurants, uno de los rankings gastronómicos más populares del planeta.
¿Los únicos requerimientos para aparecer? Recibir la visita de alguno de los casi mil miembros de la The Diners Club® World’s 50 Best Restaurants Academy en los dieciocho meses anteriores a la confección de la lista, haber estado abierto igualmente durante todo ese periodo de votación, no tener previsto el cierre del establecimiento de forma inminente y ser obviamente votado para tener un hueco en la lista.
Pero un top de esta índole, capaz de otorgar cada año su particular título de mejor restaurante del mundo a un único negocio de los miles de millones que hay en el planeta, naturalmente no está exento de polémica.

El nacimiento y popularización de la lista The World's 50 Best Restaurants
The World's 50 Best Restaurants nació en el año 2002 de la mano de la revista Restaurant y parte de su equipo editorial. Como relataba en The Telegraph un antiguo miembro de la academia, Andy Lynes, fue concebida por fundadores de la publicación y, por aquel entonces, el listado era básicamente una clasificación sumamente particular de sus creadores y un reducido grupo de profesionales y expertos externos de confianza.
Aquellos primeros pasos, en los que más que señalar al supuesto mejor restaurante del mundo se intentaba provocar un debate sobre lo que realmente hacía bueno un restaurante, tomaron a marchas forzadas un cariz distinto que a algunos como Lynes no gustó.
La popularidad de los primeros años hizo que en poco tiempo las charlas en un bar para escoger a los elegidos se cambiasen por todo un panel internacional de expertos, una meticulosa deliberación y una gran ceremonia donde entregar los premios con los chefs de todas partes del mundo presentes.

Todo sucedió en torno al año 2005, punto de inflexión, auge y explosión de 50 Best. Pero pese a todo, en parte, la esencia de premiar a lugares que ninguna otra guía gastronómica señalaría se mantenía.
No estarían ubicados en un gran lugar, su chef no sería una estrella mediática o su comida no se basaría en cocina molecular, pero algo en especial los distinguiría del resto y merecerían la misma atención pese a no tener un gran nombre. Parte de su razón de ser permanecía.
Así hemos llegado a un punto en el que la revista Restaurant conforma su lista de acuerdo a las valoraciones de un millar de expertos —entre chefs, periodistas gastronómicos destacados, restauradores y foodies— organizados en cuasi una treintena de regiones en las que divide el mundo la The Diners Club® World’s 50 Best Restaurants Academy que los aglutina.

Cada uno de estos jueces tiene siete votos, con un mínimo de tres votos para establecimientos de una región diferente a la suya, que deben otorgarse de acuerdo a los criterios que antes aludíamos. Y por supuesto, para asegurar un mínimo de objetividad, ninguno de los jueces puede votar por un negocio con el que tenga una vinculación bien directa o indirecta.
Lo cierto es que pese a su corta vida, la meteórica trayectoria de la lista The World's 50 Best Restaurants ha hecho que su historia sea la de una transformación que ha logrado despertar un mayúsculo interés. Guste o no, se esté de acuerdo con ello o no, año tras año la clasificación de Restaurant consigue atraer todas las miradas y disparar el éxito de un negocio como pocas otras cosas pueden hacerlo. Esa es la gloria de The World's 50 Best Restaurants.