Un caluroso día de verano dijo adiós tras 128 años de historia. Café Comercial, el que fuese punto de encuentro para intelectuales como Antonio Machado, Camilo José Cela, Francisco Umbral o Enrique Jardiel Poncela, lugar de tertulias para literatos y periodistas de épocas pretéritas, echaba el cerrojo cercenando un pedazo de historia. Adiós a sus desayunos, sus meriendas, el menú del día que incluyó pasados los años, su todavía vivo carácter cultural… Hasta el pasado 27 de marzo.
Seis días después de cumplir los 130 años, pasando los dos últimos años cerrados, volvía a abrir sus puertas. Tras un largo periodo de búsqueda de nuevo inquilino por parte de la familia propietaria de la cafetería, la fundadora, Grupo El Escondite fue el elegido para continuar la historia del emblemático negocio de la glorieta de Bilbao.

Su mítica barra sigue como el día en el que cerró. Sus mesas de mármol, que tantos rostros han visto pasar, también. Los espejos que pueblan las paredes tampoco podían faltar. Sus toldos se han recuperado. Y su ambiente elegante, con esencia castiza, permanece intacto. Tras varios meses de una rehabilitación llevada a cabo por el arquitecto Miguel Ángel Santa, del estudio Rehabilitar, y una puesta a punto del interiorismo, hecha por Juan Luis Medina, de Madrid In Love Studio, todo estaba listo.
En el nuevo Café Comercial conviven tres zonas diferenciadas, la de barra, el comedor de la planta baja y la primera planta, con una seria y renovada apuesta gastronómica planteada por Pepe Roch, asesor gastronómico del grupo y socio en el proyecto.

Haciendo cierto su nuevo lema, «original y castizo», en las dos cartas del espacio pensadas tanto para la barra como para la parte de restaurante, encontramos hondas raíces madrileñas y una cocina pegada al mercado. Son «raciones de taberna», como las albondiguillas de buey guisadas en salsa clásica con azafrán; «clásicos castizos», entre los que no faltan unos callos de morro y pata al carbón con garbanzos de Fuentesaúco o la ensaladilla clásica llamada El Comercial; platos a la brasa con carnes de vacuno de La Finca; cocina «al horno» con recetas como el canelón de rabo de toro en su jugo con bechamel y portobello; y pescados, localizados en el apartado «La Lonja Mercamadrid», con los pescados del día cocinados al estilo tradicional.

Pero no nos olvidemos que pese a su apuesta reforzada por la gastronomía, también es café y en su seno no podía faltar un gran apartado dulce. Planteadas por el jefe de pastelería del establecimiento, Berno Lazer Paryathussery, las dos cartas golosas proponen postres como la torrija con licor de Kalúa o un flan de quesillo con helado parmesano, coulis de frambuesa y crujiente de queso.
¡Larga vida al nuevo Comercial!