En todos los ámbitos la valentía es importante. Y, también, la falta de miedo a lo que pueda venir. Marcelo Tejedor lo sabe bien y lo ha demostrado siempre. Desde que comenzase a formarse como cocinero, tras haber sido matriculado en la Escuela de Hostelería de Santiago de Compostela engañado por su hermana, sin saberlo, hasta que un buen día decidió cerrar las puertas de su restaurante gastronómico con una estrella Michelin y reinventar el concepto reinventándose a sí mismo.
Casa Marcelo, pues, tiene dos etapas. La primera, iniciada en 1999 y concluida en 2013, que revolucionó conceptos gastronómicos en Galicia y resto de España con la cocina a la vista, su show cooking permanente en sala y su menú degustación único. Y la segunda y actual, la que arrancó tras muchos cambios y reformas en abril de aquel mismo 2013, en el mismo espacio de la rúa das Hortas de Santiago de Compostela, a un paso del Obradoiro.

El considerado padre de la nueva cocina gallega y absoluto pionero parecía estar agotado con el concepto gastronómico tan extendido en el país. Había cambiado ese mundo desde dentro, introdujo nuevas formas de proceder que más tarde se vieron reflejadas en el resto de restaurantes, incluso en los más grandes entre los grandes, y sin embargo necesitaba cambiar, deshacerse del lastre que le suponía su casa tal y como funcionaba y hacer cosas nuevas.
En definitiva, necesitaba crecer, pero de otra manera. Y adaptarse a los tiempos. Por eso el actual Casa Marcelo poco tiene que ver con el anterior. Mantiene su cocina, la que hacía, aquella pegada a la temporada, a los productos frescos del día, a las materias primas menos mimadas por los grandes templos del yantar, pero desde una nueva óptica, adaptada al contexto socioeconómico actual. Con informalidad, más diversión y más flexibilidad, a menor precio.

En una gran mesa que se comparte con el resto de comensales, una barra donde puede observarse cómo cocina el equipo de Tejedor sin ningún parapeto de por medio y un espacio alrededor de los fogones donde puede estarse de pie o sentado sobre taburetes, desfilan un sinfín de raciones pensadas para compartir. La carta refleja la fusión gallega, japonesa y peruana que inspiró al chef, un cosmopolita y efectivo batiburrillo en el que podemos encontrar desde una gilda de merluza de palangre a un dim sum de chorizo criollo y chimichurri, pasando por una fritura de cabracho, tacos o sushi.

Como el cocinero vigués decía cuando anunció el cierre del anterior concepto, esta es una cocina en la que se dan de comer cosas que apetecen y se sabe por lo que se está pagando. Y le ha valido, aunque no se lo creía en los primeros instantes, una estrella Michelin.
Casa Marcelo
Calle das Hortas, 115705 Santiago de Compostela (A Coruña)
981558580
www.casamarcelo.net
Fusión, Gallega
25€-40€