El vino es una bebida milenaria que, además de ser compleja y fantástica gustativa y olfativamente, es un ingrediente casi mágico que se integra junto a productos tanto de carne como de pescado, marisco o verduras. Lo más habitual es que los productos del mar se mezclen con vinos blancos, mientras que las carnes rojas vayan con vinos tintos o vinos generosos, como los realizados a partir de la variedad de uva pedro ximénez.
Aunque hay una gran cantidad de recetas más o menos innovadoras que combinan vino y carnes, pescados, hortalizas, frutas o incluso legumbres, en esta ocasión vamos a centrarnos en cinco platos algo más clásicos y tradicionales que aprovechan al máximo el potencial del vino.
Rabo de vaca en salsa de vino tinto

Este cárnico plato, que también puede realizarse con rabo de toro, es una receta con solera propia de la cocina española más tradicional y centrada en los grandes guisos. Más propio del norte del país que del sur, ha sido y es parte del recetario habitual de grandes chefs vascos como Martín Berasategui o Karlos Arguiñano. Esta preparación asociada a días festivos y jornadas de cocina sin prisas, resulta exquisita siempre que se cuente con buena materia prima, lo que se traduce en que tanto la carne como el vino sean de la máxima calidad.
Liebre a la cazadora

La liebre a la cazadora, que también puede ser conejo a la cazadora si se prefiere ese otro animal, es una sabrosa a la vez que sencilla receta en la que lo único que hay que hacer es dejar que la carne se macere en vino tinto durante horas, para que absorba el sabor de la bebida y se impregne por completo. Después, ha de cocer durante un par de horas a fuego bajo. Con este lento y cuidado proceso se consigue una carne tierna y delicada que se deshace en la boca. Este estofado recibe el nombre de ‘a la cazadora’ ya que la carne de liebre suele ser más consumida por los aficionados a la cinegética que por el resto de personas, pero preguntando a un carnicero de confianza, no será difícil dar con el ingrediente indispensable de tan fantástico manjar.
Almejas a la marinera

Las almejas al vino blanco, almejas en salsa o almejas a la marinera son un plato que funciona como entrante suave y que se hace con pocos ingredientes, entre los que figuran: almejas, limón, ajo, perejil aceite de oliva y un chorro generoso de vino blanco, preferiblemente seco. Esta receta tan salina es un clásico de la gastronomía costera y durante las fechas navideñas, un recurso para abrir boca antes de platos más consistentes. En concreto, este es un guiso típico de la gastronomía de Galicia, particularmente de la zona de las Rías Bajas, donde le llaman ameixas á mariñeira. También es popular en otros lugares de España como Cantabria o Asturias.
Roscos de vino

El vino es un ingrediente esencialmente dulce, y por tanto, no es raro que aparezca en postres, dulces y productos reposteros como los roscos de vino. Estos roscos o rosquillas son típicos de Navidad, y reciben su nombre porque su aromática masa integra un buen porcentaje de vino. Esta rosquilla es característica de la cocina española, sobre todo en Castilla-La Mancha y en la provincia de Málaga. Para su elaboración, se emplea harina, vino, azúcar, aceite de oliva, ralladura de limón, ajonjolí y vino dulce o aguardiente. Una vez están fritas u horneadas, se espolvorean con azúcar glas.
Peras al vino

Las peras al vino son el postre más emblemático de la cocina dulce de las tierras riojanas. La preparación emplea peras escaldadas y sin piel, que se cortan en mitades y se cocinan en vino tinto, lo que transforma el color de la fruta y le aporta aromas y matices muy interesantes. A la hora de presentarlas, se sirven frías y con su salsa, que se deja reducir para que se convierta en un rico almíbar. Pueden tomarse solas o acompañadas de nata o crema pastelera, o incluso helado, productos que contrastarán con la ligereza frutal de las peras y que le darán más empaque al conjunto.