Pepe Vieira Camiño da Serpe, una degustación del entorno

Sin vivirlo, sin verlo de primera mano, resulta complicado hacerse una idea fiel de la dimensión espacial y conceptual del restaurante Pepe Vieira Camiño da Serpe. Nació de la mano de su artífice, Xosé Torres Cannas, hace más de diecisiete años. En aquel momento ubicado junto a la línea de costa de Sanxenxo, no era más que un pequeño bistró, grande de espíritu, que buscaba hacerse un hueco en la cocina gallega actual.

Pepe Vieira Camiño da Serpe

Xosé, junto a Xoan, su hermano sumiller, querían crear el reflejo de una Galicia llena de artistas, «gente creativa que interviene en un paisaje brutal, dejándonos pinceladas de su existencia». Llevar a la cocina y a los platos ese panorama, esa intervención, ese ánimo creador que forma parte de la cultura gallega y de su forma de entender la vida.

Seis años más tarde, con mucha evolución de por medio en la que se ha virado de la más esencial experimentación a una culinaria más personal, se hacía realidad un restorán espectacular. Un espacio de estética vanguardista, ubicado en pleno monte, asomado a las Rías Baixas, que en su interior cede todo el protagonismo al espacio físico de la cocina y a todo lo que sale de ella. Platos comprometidos con la tierra que denotan un dominio excelente de la técnica, grandes dosis de creatividad y mucha reflexión.

Pepe Vieira Camiño da Serpe

Es en este mimetizado enclave de Raxó, parte del municipio pontevedrés de Poio, en el que uno disfruta de ese entorno. Degustándolo sentado a la mesa, apreciándolo junto con el ritmo de la época, la estación del año y la situación del mercado. Todo a través de tres menús: Ardora, de tres aperitivos, ocho platos y dos postres; Atume, de otros tres aperitivos, seis platos y un postre; y Antelia, de otros tres aperitivos, seis platos y también un postre.

Pepe Vieira Camiño da Serpe

En ellos se disfruta de una cocina sencilla a la par que sofisticada, muy personal, muy de Xosé. Desde reinterpretaciones de platos típicos gallegos conocidos más allá de sus límites, como el cocido, sus caldos… hasta creaciones que trascienden lo tradicional sin perder las raíces, como la empanadilla de congrio o el ceviche de sardina. Al disfrute frugal se une, si se desea, un maridaje con las grandes referencias que contiene la bodega.