El origen del muesli es bastante cercano, ya que apenas se remonta a los primeros años del siglo XX, cuando el médico suizo Maximilian Bircher-Benner se inspiró en platos tradicionales de los Alpes para crear un alimento equilibrado, ideal para comenzar el día con un buen aporte de energía, vitaminas y fibra.
Visto hoy en día, podríamos decir que la idea de Bircher-Benner no es otra cosa que puro sentido común, al mezclar ingredientes que ya se sabía que eran buenos para la salud. El propio nombre de muesli quiere decir, más o menos, puré o papilla. Sus ingredientes varían enormemente de un lugar a otro, pero todos mantienen un cierto parecido.
El muesli incluye varios tipos de cereales, como el trigo, la avena o el arroz, procesados de varias maneras. También es habitual añadir frutos secos, como cacahuetes, almendras, avellanas, sésamo y fruta deshidratada, para dar un poco más de sabor. Hay numerosas marcas industriales dedicadas a la preparación de muesli, aunque es muy fácil de preparar de manera casera, buscando ingredientes de temporada.
Su consumo está considerado como un gran aporte energético y su composición es rica en cuanto a vitaminas, proteínas e hidratos, por lo que se aconseja comerlo bien a primera hora o bien antes de realizar alguna actividad física. También es ideal en dietas ricas en fibra y para prevenir problemas de estreñimiento.
Se puede servir con leche, leche de soja, agua, yogur o zumo, y dependiendo del gusto de cada uno, se puede añadir un toque de azúcar, miel o edulcorante. Si estamos haciendo una dieta especial, hay que pensar en que ya aporta suficiente azúcar por sí solo. Otra manera muy común de comer el muesli, y que se ha puesto de moda en los últimos años, ha sido en forma de barras prensadas, con algún aglutinante como la miel o el chocolate.