Las primeras referencias que tenemos del nopal, también conocido como chumbera, se remontan al descubrimiento de América, si bien las culturas prehispánicas ya conocían las excelentes cualidades de su fruto: el higo chumbo. México sigue siendo el productor principal a nivel mundial, pero hoy en día lo podemos encontrar en casi todo el mundo. En España existe una larga y próspera tradición dedicada a su cultivo.
El nopal crece bien en zonas áridas y llega a alcanzar un notable tamaño y de él no sólo se aprovecha el fruto, ya que sus paletas son consumidas en algunos países de Latinoamérica. En España no son tan apreciadas y se dedican, principalmente, al consumo animal. El higo chumbo, o tuna, es otra cuestión.
Existen numerosas variedades de chumbera, lo que hace que la morfología de los higos chumbos varíe notablemente, dentro de un orden. Los hay de distintos tamaños y colores, pero si en algo coinciden es en que están recubiertos de finas espinas. A medida que el higo madura estas se vuelven más frágiles, lo que hace más fácil su recolección. En el caso de que esté un poco verde, hay que tener bastante cuidado.
Si quedan espinas, el sabor del higo chumbo se hace algo amargo, por lo que hay que tener especial atención y requiere de cierta técnica. También es cierto que hoy en día podemos comprarlos ya pelados y preparados para consumir de manera habitual en casi cualquier mercado.
El higo chumbo es rico en fibra y posee flavonoides, que son buenos para el hígado. Se recomienda su consumo en casos de problemas estomacales y son un buen complemento en dietas exigentes con el contenido calórico y el aporte de proteínas. Si bien se pueden consumir crudos, se suele preparar mermelada con ellos. Sirven también como guarnición de carnes de ave y para preparar ensaladas frescas.