En realidad, lo que conocemos como alga nori es un término genérico para hablar de un producto elaborado en Japón que es la mezcla de varios tipos de alga roja, la Porphyra, aunque puede incorporar otras algas. El resultado final se usa en la elaboración de ciertos tipos de sushi, como el makizushi o el onigiri.
El nori se confecciona compactando y secando la Porphyra, que es un cultivo de gran tradición en Japón, hasta que se obtienen las grandes hojas de color verde oscuro que todos conocemos. Al año se cultivan más de 50.000 toneladas de algas para producir el nori necesario para satisfacer las demandas del mercado mundial.
Si has comido sushi, has comido nori. Es inevitable, ya que es el alga que se usa para enrollar el arroz avinagrado y el resto de ingredientes en la elaboración del makizushi. Su sabor ahumado es un complemento ideal al conjunto y, además, su capacidad para absorber la humedad hace que sea más fácil de preparar no sólo el maki, sino también variedades como el temaki, en forma de cono.
Pero el nori tiene vida fuera del sushi, ya que no sólo se usa en forma de hojas. Es normal encontrarla cortada en copos, que se añaden para dar más sabor a sopas, carnes o pescados. Con la cocción siempre aumenta un poco de tamaño y su sabor es muy intenso, por lo que hay que usarlo con moderación.
En polvo se llama aonori y sirve para sazonar guisos y platos de pasta, en especial el yakisoba. Si se mezcla con salsa de soja para formar una pasta, se llama nori tsukudani, una receta no muy conocida fuera de Japón por su intenso sabor, pero que es muy popular para servir con arroz blanco al vapor.