No, no tiene el mejor de los aspectos. En realidad, la lamprea es uno de los animales que menos ha evolucionado en los últimos millones de años y se le considera un animal de lo más peculiar. Sin escamas y con un cuerpo cilíndrico cartilaginoso, acabado en una horrenda boca circular plagada de dientes, la lamprea se dedica a sorber la sangre de otros peces que encuentra en su camino.
Así que no sólo es de aspecto casi extraterrestre, sino que además se dedica a ejercer como vampiro en una existencia parasitaria. Hay que preguntarse, pues, cuánta hambre tenía el primer humano que decidió comerse una lamprea. Sin duda, muchísima. Eso sí, al final se llevaría una grata sorpresa.

Una de sus características es que nace en agua dulce y luego se abre paso hasta el mar. Llegado el momento de desovar, vuelve a remontar el río donde nació antes de morir. La lamprea no sólo se consume en España, forma parte de la cocina tradicional de otros lugares, sobre todo el Mediterráneo.
Uno de los lugares que todo aficionado a la gastronomía extrema debe visitar es Arbo, en el río Miño, uno de los lugares con mayor tradición en la pesca y cocina de la lamprea, que data de tiempos de la colonización romana. Allí existen unas barreras en el río pensadas para atrapar a estos curiosos seres en su camino.

En cuanto a la manera de preparar la lamprea, existen numerosas recetas. La más tradicional, y trabajosa, incluye su limpieza, pelado y desangrado, tras lo que hay que adobarla bien antes de guisarla. Una vez ya está lista, se puede servir con salsa bordelesa o en empanada. Otra de las maneras clásicas es salarla y ahumarla. Además, forma parte de otros platos y se puede servir frita o rellena.