La leyenda cuenta que un grupo de estudiantes atravesaba la región de Fujian, cocinando cada noche una rica sopa al aire libre. Una noche, el olor de la cena llegó a un monasterio budista cercano, donde uno de los monjes, a los cuales les estaba prohibida la carne, llegó a saltar el muro para acercarse a probar la sopa. Un poeta que viajaba en el grupo dijo entonces que aquel plato estaba tan delicioso que el propio Buda saltaría un muro para comérselo. Y así quedó el nombre de la receta para siempre.
Lo cierto es que las primeras referencias del plato aparecen en el siglo XVII gracias a las notas del cocinero Zheng Chunfa, dueño del restaurante Ju Chun Yuan. Es una variante de la clásica sopa de aleta de tiburón de Fujian, en la que se usan varios ingredientes de alta calidad en una cocción lenta y cuidada, que se ha convertido en todo un símbolo de la cocina tradicional china.

Aunque la receta tiene muchas variaciones, los ingredientes principales que se suelen utilizar en su preparación son el huevo de codorniz, brotes de bambú, ginseng, carne de cerdo, setas, aleta de tiburón, pollo, cebolla o abulones. La cocción dura por lo menos dos días, durante los cuales se va añadiendo cada cosa en su justo momento. Algunas recetas llegan a incluir más de doce ingredientes.
Esta sopa se fue expandiendo poco a poco fuera de China y hoy en día no es difícil de encontrar en países cercanos, como Corea, pese a la oposición del budismo a que se conociera con el nombre de Buda saltando sobre una pared, por considerarlo como una blasfemia.
Uno de los restaurantes chinos más exclusivos de Londres, el Kai Mayfair, ofrece una versión personal de esta sopa que incluye setas especiales, flores de crisantemo y pepino de mar, considerada como la sopa más cara del mundo, llegando a costar más de 130 euros el plato.