Si decimos que la granola es un tipo de alimento compuesto por copos de avena, arroz hinchado, miel, nueces y frutas deshidratadas, muchos pensarán que estamos hablando de un tipo de muesli. Pero no es así, ya que a la granola se le añade un poco de azúcar y grasa antes de hornear la mezcla, algo que no se hace con el muesli.
La granola, sobre todo en origen, se inventó como desayuno, por lo que durante el horneado se remueve bien la mezcla de ingredientes para que el resultado final quede mucho más suelto, siendo difícil de diferenciar del muesli normal o de un típico producto de cereales para desayunar.

A esa mezcla horneada se le puede añadir luego más elementos, como trozos de chocolate, y a la hora de comer se suele hacer con yogur, miel, fruta fresca o leche. Es habitual encontrarlo como toppings en algunos postres o helados.
De la misma forma que el muesli, la granola es un alimento muy popular entre viajeros y excursionistas, que buscan alimentos fáciles de transportar y que aportan una importante cantidad de energía y fibra. Así pues, no es raro encontrar barritas de granola preparadas con miel o sirope, ideales para actividades deportivas.

La granola apareció por primera vez en Estados Unidos, a finales del siglo XIX. Era conocida como granola o granula, y nació de las manos del doctor James Caleb Jackson, en 1863. Su nacimiento coincidió en el tiempo con el de los copos de cereales del famoso John Harvey Kellog.
El uso del horno, azúcares y grasa hacen de la granola un alimento muy calórico y que no debería ser utilizado como un sustituto habitual de desayunos o meriendas. De igual modo, las barras de granola entrarían dentro del campo de la repostería. Su parecido con el muesli puede llevar a confusión, pues estamos hablando de dos productos parecidos, pero de muy diferente impacto nutricional.