No descubrimos la pólvora señalando a la ciudad de Reus como uno de los kilómetros cero del vermut en España. Todos lo sabemos. Como sabemos que el vermut vuelve a ocupar el puesto que le corresponde y despierta un interés creciente. Es una vuelta a los ruedos en cierto modo inesperada, sorpresiva, de un vino que ha pasado de recuperar el tradicional aperitivo, en esos tan típicos prolegómenos de una comida en día de fiesta, como se hacía antaño, a protagonizar tapeos cuando el sol empieza a caer.
Y entre esa vorágine de vermuterías apareciendo como setas, de vermuts de grifo o embotellados, de nuevas propuestas y otras no tan nuevas, las casas que siempre estuvieron, en los mejores momentos y en los peores, sacan lustre a sus más insignes preparaciones. Es el caso de Miró, que si con su Miró Rojo afirma tener «el auténtico vermut de Reus», con el Miró Reserva asegura atesorar «el auténtico vermut clásico de toda la vida».
Se trata de una combinación de hierbas aromáticas, sin ninguna clase de añadido extra, envejecido en barricas de roble durante seis meses. Este proceso laborioso, en el que tan importante es la correcta cantidad de cada botánico como las condiciones en las que la madera recibe la mezcla, es el responsable del éxito del vermut.
El éxito, en el vermut Miró Reserva, es convencer a los paladares de estar frente al de siempre, frente al que nunca se ha ido. Es obnubilarse admirando ese intenso color marrón caoba. Es quedarse cautivado por ese inconfundible perfume herbal, tan difícil de descifrar como encantador de apreciar. Y sobre todo, lo más importante. El éxito de este vermouth, como lo llamarían los franceses, es su intenso sabor. Tan suave, delicado, refrescante y estimulante. Con ese dulzor sutil, el necesario toque amargo y el carácter ligeramente balsámico.
No sabemos si será, como dicen, «el auténtico vermut clásico de toda la vida». Pero lo que sí sabemos es que tu paladar lo agradecerá. Y tú, aficionado al vermut, más.