Hace apenas siete años, González Byass cumplió 175 años de historia y recibió por parte de la International Wine & Spirit Competition el premio a la mejor bodega del mundo. La empresa jerezana puede presumir de ser una de las más antiguas de nuestro país y una de las más apreciadas. Una compañía que ha creado, de forma indirecta, grandes iconos en el imaginario colectivo como el emblema de Tío Pepe que adorna la plaza española más popular, la Puerta del Sol de Madrid.
Con tanta experiencia a sus espaldas, décadas y décadas de bagaje y buen hacer, se han dedicado a todo y parte de ese todo quieren recuperar. Tras meses de trabajo, de estudio de documentos del archivo histórico de la bodega, hace un año los jerezanos rescataron la tradición de elaborar vermut alumbrando una nueva referencia: Vermouth La Copa de González Byass.

Gracias a la búsqueda en sus registros dieron con antiguas recetas de 1896 y etiquetas originales con las que en el pasado, allá por el siglo XIX, comercializaban la bebida. En ella está la marca, «La Copa», un símbolo de la bodega y del Marqués de Torresoto, hijo del fundador, que marcaba su ganado y marcó también los caballos anglo-hispano-árabes que su hijo menor, Fernando, desarrollaría con el tiempo.
A partir de esas antiguas fórmulas dieron con la actual, la que compone el vermut La Copa de González Byass. Nobles soleras de oloroso y Pedro Ximénez de más de ocho años, una cuidada selección de botánicos como el ajenjo, la piel de naranja, la quina, la canela o el clavo, y una elaboración mimada acorde a una bodega de tal renombre. El resultado es un vino con exotismo, fruto de esa combinación de hierbas aromáticas y especias, en el que afloran predominantemente delicados matices de clavo y canela, bien equilibrados, con presencia secundaria del resto de ingredientes. En boca mandan la suavidad, su elegancia y un ligero amargor final, unas particularidades que recuerdan, dicen desde González Byass, «su origen jerezano».