Tiempos de cambio para el barrio marítimo de Valencia. Con el Cabanyal en proyecto de recuperación, los pueblos del mar viven a expensas de una segunda juventud, atrincherados en sus propias esencias y en un cuidado sentido de la evolución: avanzar pero conservando los genes que los diferencian.

Entre esas coordenadas la restauración suele ser un foco caliente para el debate. Con el ejemplo cercano del barrio de Russafa, la inquietud pide no repetir la misma densidad, espaciar y promover propuestas gastronómicas diferenciales.
Entre tanto los más visionarios hacen camino. Román Navarro, vecino del Marítimo valenciano, cocinero con uno de los locales más frescos de la ciudad unos cientos de metros más allá del mar -Bar Tonyina- había imaginado incluso desde su primera apertura una taberna que concentrara todo aquello que, desde la nostalgia más productiva, él echaba de menos. A saber, el carácter bullicioso de los bares de siempre, los platillos sencillos pero cargados de producto de verdad, la oferta de mar que los pescadores de la zona comían entre la barca y la tierra, o incluso una inmersión en la casquería más típica del territorio.

Pasados los años, llegado el momento justo, tras un paseo familiar en el que Román se topó con una casa centenaria, Anyora Bodega vio la luz. Anyora, en valenciano, con su ‘ny’ de hermanamiento con el Tonyina, con ese olor a añoranza y a salitre. Al pie del Canyamelar, recuperando el hogar de Batiste, una pequeña leyenda local que resguardaba allí sus vinos y hacía vida en el altillo.
Entrar en Anyora es darse de bruces con infinidad de referentes que conforman nuestro pasado. El mobiliario, la bodega, los platos, la configuración -adaptada a la casa primigenia. Todo bebe de un tiempo que fue y sin embargo se actualiza como si tuviera plena vigencia. Es lo que ocurre cuando los negocios gastronómicos están basados en verdades y no en pretensiones iluminadas.

La barra, en la que se acodan unos cuantos parroquianos, recrea la sensación de la taberna eterna. “Bodega de comidas y vinos de siempre”, reza su lema. La carta, como toda la identidad diseñada por el Estudio Merienda, enfatiza la idea del vermut acompañado por latas como los mejillones gigantes, las banderillas de atún ahumado, los embutidos de La Herrerita (la carnicería más antigua de la Comunidad Valenciana), la mojama y hueva de maruca. La ligazón a la huerta trae berenjenas ahumadas con bonito en salazón, pimientos fritos con pesto y sardina ahumada o bimi frito con allioli de avellanas tostadas. Las carnes selectas ofrecen oreja a la plancha, figatell de Eladio, lleteroles con ajete… Se recuperan también platos combinados tan sempiternos como un San Jacobo de ternera ecológica, unos canelones gratinados de garreta de ternera o una paletilla de cordero. La asociación con el mar se sustancia en el pulpo de roca, la empanadilla de chipirones en su tinta, las tellinas, la anguila ahumada a las 5 pimientas…

Es una buena noticia para el Canyamelar y la Valencia del mar. Un ejemplo en el que mirarse. Hacer bien las cosas partiendo de nuestra propia herencia, evolucionando, siendo fiel a uno mismo. Anyora, en sus pocos meses de vida, ya presenta el aspecto de aquellas bodegas bulliciosas en las que todo es posible.

Anyora Bodega
Calle Don Vicente Gallart, 15 46011 Valencia
963558809
www.facebook.com/anyorabodega
Mediterránea, Española
10€-30€