Si consideramos hablar de betarraga o betabel muy seguramente los lectores no sabrán de qué se trata. Sin embargo, esta hortaliza, conocida en España como remolacha, es ampliamente consumida en el mundo por aquello de que “ayuda a vivir más”, por los altos niveles de vitaminas y minerales que contiene. Además, es un must si se desea preparar una cena o comida mediterránea a todo dar.
Aunque no gusta mucho a los niños, la remolacha puede ser una gran aliada en la alimentación diaria por sus propiedades que combaten la anemia y protegen el aparato digestivo. Además, gracias a su falta de grasa y a su cantidad significativa de fibra, este producto favorece el buen funcionamiento intestinal y la reducción de colesterol sanguíneo.
¿Qué es la remolacha?
La remolacha es la raíz grande y carnosa que crece en la planta del mismo nombre y que se consume como hortaliza, cuya denominación científica o latina es Beta vulgaris, siendo la roja la más consumida en Occidente. En países de América Latina, se le llama también betabel, beteraba, betarraga y beterraga. Pertenece a la familia de las Quenopodiáceas, al igual que la espinaca y la acelga.
La confusión puede darse entre las tres variedades que existen. Además de la roja, que es la de huerto, están la remolacha azucarera y la remolacha forrajera; y todas se pueden encontrar en dos formas: alargada y esférica.
La remolacha azucarera es un tubérculo blanco y alargado que se cultiva para la producción de azúcar debido al alto contenido de sacarosa que tiene, siendo la segunda mayor fuente de azúcar del mundo, después de la caña de azúcar. La remolacha forrajera es utilizada fundamentalmente en la alimentación animal; mientras que la roja, en cambio, es la que se consume como hortaliza y es habitual encontrarla en las dietas mediterráneas, puesto que su origen está en Italia, en todo el sur de Europa y norte de África.

La piel superficial de esta última variedad es fina y suave y puede ser de varios tonos, desde rosáceo violáceo y anaranjado rojizo hasta marronáceo. La pulpa es de sabor dulce y generalmente es de color rojo oscuro carmesí con tintes purpúreos.
Se cree que su cultivo comenzó hacia el siglo II a.C., dando lugar a dos hortalizas diferentes: la acelga, de follaje abundante, y la remolacha, con raíz engrosada y carnosa. En un principio, según aseguran los expertos, la raíz de la planta se utilizaba como remedio para combatir los dolores de muelas y de cabeza, mientras que solo las hojas de la remolacha se consumían como alimento.
También se trataba de una verdura muy consumida en la antigua Roma, aunque posteriormente se fue olvidando y comenzó a utilizarse de nuevo ya en el siglo XVI, gracias a las costumbres de los ingleses y alemanes. A partir del siglo XIX solo se utilizó en la industria azucarera y en los procesos de extracción de alcohol.
Beneficios y propiedades de la remolacha
Desde los inicios de su consumo, se dice que la remolacha "ayuda a vivir más", ya que destaca por su alto contenido en agua (87,6%), así como por tener en su composición cantidades poco significativas de lípidos (0,2%), y proteínas (1,6%). Tiene un elevado contenido de hidratos de carbono que puede llegar a alcanzar el 6,7% de su composición, superior al de muchas otras hortalizas.
Asimismo, aporta aproximadamente unas 43 kilocalorías por cada 100 gramos y tiene un contenido importante en vitaminas y minerales, como magnesio, fósforo, sodio, hierro y calcio, y vitaminas B1, B2, B3, B6, C y E. Es por esto que la remolacha es uno de los remedios conocidos para el tratamiento de las anemias, gracias a que estimula la producción de glóbulos rojos.

Debido a su falta de grasa y a su cantidad significativa de fibra alimentaria, este producto favorece el buen funcionamiento intestinal, ayudando al aparato digestivo, y la reducción de colesterol sanguíneo. Por otra parte, el magnesio protege nervios y músculos, algo que puede contribuir de forma indirecta en la pérdida de peso. Además, esta hortaliza ayuda a regular la presión arterial gracias a la concentración de nitratos que produce un efecto vasodilatador, según recientes investigaciones.
También contiene pigmentos conocidos como betalaínas, a los cuales se les atribuye efectos antiinflamatorios, así como la reducción del dolor y las molestias causadas por algunas enfermedades óseas.
Usos en la cocina
Si lo que se busca es dar un toque mediterráneo a las preparaciones, la remolacha roja siempre será una gran aliada. Se puede comer en ensaladas o cocida, y combinada en infinitas recetas para dar color y un toque dulce a las comidas.
Se puede preparar una fresca ensalada con lechugas, canónigos y remolacha, que se agrega cruda y rallada, y se puede aliñar con un poco de aceite y limón. En cambio, si se quiere comer cocida, basta con introducirlas en agua salada hirviendo, sin pelar, para que no pierdan el sabor ni el color. Deben hervirse durante al menos una hora. Una vez cocida, solo tendrás que limpiarla y añadirla a tus recetas.
Si se prefiere, se pueden hacer asadas, para lo que solo hay que introducirlas en el horno y no sacarlas hasta que estén tiernas. Cocinadas de esta forma, las remolachas conservan casi intactas todas sus propiedades.
La remolacha es tan noble que puedes hacer infinitas recetas, como una deliciosa sopa o crema de remolacha, un platillo que también es conocido como brosch, creado por los pueblos eslavos occidentales y orientales para reconfortar durante el frío, aunque igualmente existe una versión fría veraniega.
Hoy en día también se usa esta hortaliza para diferentes preparaciones como hummus de remolacha o puré, por su suavidad, además de ricos batidos nutricionales. También se utiliza para hacer uno de los postres más queridos por todos: la tarta red velvet o "pastel de terciopelo rojo" que se cubre con un glaseado de queso cremoso o roux.

Este producto también se puede preparar –y hasta conseguir– en conserva, para lo cual se emplea vinagre o azúcar que se añade una vez están cocidas, para luego protegerlas en un envase de vidrio con el fin de consumirlas cuando se desee. Asimismo, las hojas de la remolacha se pueden aprovechar, cocidas y condimentadas como si fueran espinacas.
Con un poco de ingenio, la remolacha puede hacer que diferentes platillos cambien, aportando sabor, dulzura y color que embellecen cada receta. Combina perfectamente casi con cualquier comida y resulta una aliada indiscutible para mantenerse saludable, al estar llena de vitaminas y minerales.