Licor de leche. Sólo estas palabras ya nos pueden llevar a un viaje por la memoria. Sabores básicos cuya potencia y sencillez se abren camino nada más probar un sorbo de esta bebida tan popular. Su origen se pierde en el pasado de prados y largas noches de invierno, pero tras décadas de elaboración casera, hoy podemos encontrar varias marcas dedicadas a su comercialización.
Vainilla, azúcar, leche y limón. Estos son los ingredientes básicos para la clásica leche preparada, que se consume tanto fresca como en infusión, o, también, como granizado para aliviar las calurosas tardes de verano. Pero para preparar el licor de leche hace falta un ingrediente más, claro, el alcohol.
La manera de preparar un licor de leche tradicional apenas ha variado con los años y se parece mucho a cómo se hacen el resto de bebidas caseras. Eso sí, hay que tener especial cuidado con la calidad del alcohol y la limpieza de los instrumentos con los que trabajamos.
El licor de leche se prepara en un bote de vidrio hermético, donde introducimos una infusión de leche, vainilla, azúcar y rodajas de limón, a la que luego se añade el alcohol. Hay que dejarlo macerar por lo menos 20 días para obtener un buen resultado, moviendo el contenido todos los días. Luego hay que filtrar el resultado, con un colador de tela, a ser posible, y guardar el licor en la nevera o en un lugar muy fresco.
Si no queremos trabajar tanto, pero sí que queremos disfrutar de un buen licor de leche, podemos acudir a las marcas que ya están disponibles en el mercado, como por ejemplo Güela Manuela, que dice usar una receta antiquísima, o Tolón Tolón, todo un clásico que podemos reconocer gracias a su peculiar botella.