El vermú es un licor compuesto fundamentalmente por vino blanco, ajenjo y otras sustancias tónicas y de carácter amargo, que se suele tomar en la antesala de una comida. Es, no cabe ninguna duda, uno de los reyes del aperitivo. También es llamado vermut o Vermouth, siendo aceptadas por la RAE la primera junto a vermú.
Estas denominaciones derivan del vocablo alemán wermut, que precisamente significa ‘ajenjo’, y a todas luces el origen del famoso brebaje lo encontramos aquí, en Europa, siendo su antecedente más pretérito del siglo I a. C. Era una maceración de vino con hierbas creada por el médico y filósofo antiguo Hipócrates, que en la Edad Media fue ampliamente conocida como «vino hipocrático».
La bebida, sin embargo, no siempre es igual. Encontramos dos tipos principales, el vermú rojo y el vermú blanco, siendo el primero de ellos el más común. El proceso de elaboración varía de un fabricante a otro, pero generalmente comienza con un vino blanco de bajo nivel alcohólico, a veces añejado, al que se le añade caramelo según la variedad, el cual le infunde color, y un poco de azúcar, para hacerlo más dulzón.
Tras estos primeros pasos, el resultado es infusionado con una amplia variedad de hierbas y botánicos, pudiendo alcanzar varias decenas. Estos, como el resto del proceso, también pueden variar de una marca a otra. Al fin y al cabo, son los responsables del sabor que los puede distinguir. Terminada esta maceración, tras otros procesos como el del filtrado y tal vez un descanso en barrica, el vermú se embotella.