Pablo es un joven cocinero que no supera la treintena. Hasta hace pocos meses cocinaba en su pueblo, Ayora. Tenía un restaurante llamado Bodega Los Barbas que había alcanzado el estatus de restaurante descubrimiento. El boca a boca lo había convertido en un destino clásico que bien merecía un desplazamiento al interior. A la pequeña Ayora comenzaron a ir ojeadores para constatar si era cierto aquello que se bisbiseaba en torno al señor Ministro, una cocina atrevida, libre, y un tipo a los fogones repleto de swing. Un destino diferente que se salía de la norma.

Entre aquellos ojeadores había uno del grupo Gourmet Catering, que agrupa espacios gastronómicos y un restaurante, el Contrapunto de Valencia, a las faldas del palacio de la ópera, Palau de les Arts, levantado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Regresó varias veces para asegurarse que no había sido sólo un flechazo furtivo, sino que Ministro iba en serio. Todos iban en serio. Contrapunto quiso fichar a Pablo. Unos y otros han iniciado juntos una prometedora relación. El restaurante ha remodelado todas sus dependencias y comienza a sonar como un buque cálido donde desencadenar grandes veladas con vistas al futurismo, en el interior de un templo que quiere ser de la música. El cocinero intrépido vuelca todo su progreso pasando del pueblo a la capital.

Contrapunto es un lugar cómodo, cálido, un salón de confort en el que acodarse para pasar largos ratos mirando al horizonte en aquella localización algo lunar. La música, evidente, está presente en todos los poros. Tanto que hasta se ve en la piel de su cocinero, tatuada de partitura. “Chef con alma rock”, rezan las promociones de un restaurante que juega conceptualmente entre dos territorios: la ópera y la ambición rockera. Ese equilibrio, en la cocina, se traslada elevando el nivel de lo sencillo, una sofistificación sutil. Ocurre con las crestas de gallo con mahonesa hoisin; las alcachofas en texturas; el Octopus Garden (homenaje a The Beatles…); presa ibérica con trigo, tupinambo y pesto rojo...

La historia del cocinero al frente de Contrapunto comenzó antes. “Todo viene -me empieza a contar Ministro- por mi abuela María, la única en la familia que le daba a los fogones cuando era moza…. Pero sigue teniendo una mano que ningún chef puede superar, bien orgulloso estoy, porque de ella aprendí que que para cocinar hace falta amor. Después mi madre, un día en casa, me mandó hacer la comida y como si de un juego se tratase me puse manos a la obra. Le gustó tanto aquel plato que se convenció en que debía ser cocinero. Yo creo que le encantó simplemente por que lo hizo su hijo…”. Ésa fue la génesis.
Sólo tiene 27 años y su futuro, si llega con calma, parece imparable. Salir del pueblo, de un restaurante donde todo estaba bajo su control, podría parecer un riesgo para quienes deciden no evolucionar. Pero él se preguntaba: “¿por qué no dar el salto a la gran ciudad? Era el momento de hacerlo a pesar de que mi arraigo po Ayora, mi pueblo”.

El futuro de Contrapunto y Pablo Ministro están ligados. Unos y otro se asemejan a una canción bien trabajada que suena animosa, prometedora: “la música es mi pilar fundamental, tanto para escapar de las tensiones que provoca este duro pero bonito oficio como para inspirarme en alguno de mis platos. Creo que no hay nada más gratificante que tocar un buen rato con mis amigos”, cuenta él.

Contrapunto marca el ritmo adecuado para que la Ciudad de las Artes tenga por fin un restaurante al que acudir repetidamente.
Restaurante Contrapunto Les Arts
Palau de les Arts Reina Sofia. Avenida del Profesor López Piñero, 1 46013 Valencia
960046991
www.restaurantecontrapuntolesarts.com
Mediterránea
30€-40€