¿La cerveza tiene beneficios y propiedades para la salud?

Diferentes vasos de cerveza en la barra de un bar
Es común oír que beber cerveza (u otra bebida alcohólica) puede tener ciertos beneficios para la salud. ¿Es acaso cierto? Hoy respondemos a esta y otras preguntas basándonos en las últimas evidencias científicas.
Por Santiago Campillo
13 de diciembre de 2022

La cerveza, es una bebida ambarina que se elabora fermentando el almidón de determinados cereales con agua y levadura. Es bastante usual encontrarla en cualquier lista de la compra. Llevamos tomándola unos seis mil años como mínimo; probablemente, hasta el doble de tiempo. Así, no nos extraña que se trate de la bebida alcohólica más consumida del mundo, superando a cualquiera de las destiladas (la cerveza, recordemos, no se destila, se fermenta).

Visto lo visto, resulta muy oportuno conocer si semejante popularidad es conveniente para la salud o un error masivo. La buena prensa de este amargo caldo aromatizado, que se asocia con momentos de ocio, celebraciones y, en resumidas cuentas, agradable interacción social con la familia y las amistades, no debe impedir que nos planteemos esta cuestión.

Las propiedades nutricionales de la cerveza

Es hora de ponernos un poco severos y responder a la pregunta con la que comenzábamos. ¿Tiene la cerveza propiedades beneficiosas para la salud? En términos generales (y no tan generales), la respuesta es sencilla: no. En primer lugar, no existe ninguna cantidad de alcohol segura para la salud.

En segundo, esto implica que, en el momento en el que el alcohol entra a formar parte de la cerveza, cualquier supuesto beneficio queda automáticamente anulado. Como ejemplo caricaturesco y exagerado, valga decir que jugar a la ruleta rusa puede ser un gran método para desestresarte. Dicho esto, eso no quita que no se le asocien propiedades nutricionales, como todo alimento, Y, por supuesto, como alimento, la cerveza posee nutrientes.

Ácido Fólico

Un análisis nutricional nos indicará, por ejemplo, que cuenta con más ácido fólico o vitamina B9 que la leche, las infusiones y el zumo de melocotón o uva, pero menos que el de naranja: 15 microgramos por cada 100 mililitros. Este es un lípido esencial para nuestro metabolismo y, por tanto, suele ser el protagonista de los atributos supuestamente beneficiosos que se le dan a la cerveza.

Proteínas

Efectivamente, la cerveza posee un contenido "elevado" en proteína (para una bebida), con unos 0,5 g por cada 100. Sin embargo, esta no suele ser muy biodisponible, lo que en otras palabras quiere decir que pasará sin pena ni gloria, en su mayoría, por nuestro cuerpo, sin aportarle nada.

Cervezas

Glúcidos y otros azúcares

Aunque existen diversos azúcares que son esenciales para la fermentación de la cerveza, precisamente por esto, finalmente, su contenido final es casi cero (se han convertido en alcohol y gas carbónico, grosso modo). Esto puede variar según el tipo de bebida, por supuesto. Por otro lado, sí que podemos encontrar "hidratos de carbono", otros azúcares, como fibras vegetales solubles añadidas o surgidas como parte del proceso de elaboración.

Minerales, vitaminas y otros nutrientes

La cerveza es sorprendentemente rica en minerales como el magnesio, el calcio, el fósforo, el silicio biodisponible, el potasio, el zinc y el sodio. Además, en ella encontraremos diversos polifenoles antioxidantes y unas cuantas vitaminas del grupo B y la C.

En resumen, es curioso el perfil completo que presenta como alimento, y no por nada existen algunos tipos, especialmente los relacionados con cervezas de abadía, que se han venido a llamar "pan líquido". Esto se debe tanto al cereal como a la levadura de la cerveza, Saccharomyces cerevisiae, que es un organismo increíblemente nutritivo, y que está presente en grandes cantidades, más que en otras bebidas como el vino, que también depende de esta especie.

No obstante, y ahora lo veremos con más detenimiento, hay que incidir, de nuevo, que, a pesar de este perfil nutricional, es imposible atribuirle a la cerveza, ni a ninguna bebida alcohólica, ningún beneficio que justifique el consumo del alcohol. Con eso bien claro, continuemos analizando.

Los supuestos beneficios de la cerveza

Decíamos que es fácil encontrar un buen número de artículos sobre lo beneficioso que es paladear una cerveza, eso sí, siempre con moderación. Pero, al margen de lo que los nutrientes mencionados nos aportan de forma individual, hay que insistir en que el alcohol siempre es fuente de efectos negativos totalmente insalvable.

Volviendo a los supuestos beneficios, el más común suele centrarse en el ácido fólico, y su importancia nutricional, precisamente por esta última cuestión. También se suele hablar de una mejor gestión de la glucemia (el nivel de azúcar en sangre) y protección contra la diabetes mediado por las maltodextrinas, azúcares cuya metabolización lenta libera glucosa en sangre con lentitud, evitando picos dañinos.

Otro supuesto beneficio, le atribuyen, estaría en la presencia del silicio biodisponible, que participa en la merma ósea, aumenta la densidad de los huesos y espanta la osteoporosis, protegiendo de las fracturas. También podrás leer del efecto que tiene la fibra soluble disminuyendo "el colesterol malo".

Como no podría ser menos, los polifenoles (antioxidantes) que retrasan el envejecimiento de las células y reducen el peligro de las enfermedades cardiovasculares se cuentan entre las mil y unas propiedades panacea que no solo se le atribuyen a la cerveza sino a otras bebidas alcohólicas.

Cerveza grifo

Por si no fuera poco, podrás leer que la riboflavina, o vitamina B2, de la cerveza mejora la digestión, o de que la tiamina, la niacina y la piridoxina (vitaminas B1, B3 y B6) sirven para metabolizar los glúcidos. Como puntilla, a la cerveza se le atribuye la subida del "colesterol bueno", la activación de mecanismos antiinflamatorios, y la protección contra enfermedades neurodegenerativas semejantes al mal de Alzheimer, debido, explican, al silicio. Y no son las únicas fantabulosas propiedades que se le ameritan.

Qué dice la evidencia científica sobre los beneficios de la cerveza

No hay bebedizo más amargo que una buena dosis de realidad, dicen maliciosamente algunas personas. ¿Nos encontramos ante un ejemplo de este aforismo? La ciencia tiene la manía de querer comprobar y recomprobar aquello que determinamos como un hecho.

La cerveza y el corazón

Recordemos que, entre las propiedades beneficiosas para el corazón, dicen, se contaban con los antioxidantes y un efecto cardioprotector. Si bien sí que existen un par de revisiones bibliográficas que asocian un consumo moderado de etanol (entre 10 y 30 g diarios) con una reducción del peligro cardiovascular, lo cierto es que estás se quedan bastante cortas ante una gran vastedad de estudios y metaanálisis que insisten, comprueban y demuestran que incluso el consumo limitado y pequeño implica un aumento en la incidencia de enfermedades metabólicas, problemas cardiorrespiratorios y cáncer.

¿David contra Goliat? En ciencia el consenso científico suele estar de lado de la evidencia más sólida y certera. En este caso parece que también, y no hay razón de peso, a pesar de las revisiones, unas pocas, que abogan por sus beneficios. Y más si tenemos en cuenta el océano de evidencia científica que asocian el consumo de alcohol (no solo de cerveza) a la obesidad, la diabetes y las cardiopatías asociadas.

La cerveza y el cáncer

Sobre la cerveza tenemos dudas, supuestos y potencialidad de sus beneficios. También tenemos certezas y es que el etanol es un agente carcinogénico, es decir, una razón de la aparición del cáncer. Ya lo hemos mencionado, y es que no hay una cantidad de consumo de alcohol segura. Esto es en parte porque beber alcohol es un poco como la ruleta rusa que evocábamos: no sabes dónde está la bala escondida.

La cerveza y el sueño

Uno de los supuestos beneficios más estrambóticos atribuidos a la cerveza es la capacidad de mejorar el sueño. Según los poquísimos estudios que existen al respecto (y que, aún así, ningún escrúpulo se a interpuesto a la hora de aventarlos en Internet) esto se debería a las propiedades sedativas del lúpulo. También se interpreta erróneamente el efecto sedante del alcohol.

En su contra, sin embargo, tenemos una cantidad ingente, imparable de textos científicos y recomendaciones de salud que van justo en dirección contraria: el alcohol, incluso en cantidades muy pequeñas, es un increíble perturbador del sueño. Inquieta, lo impide y encima interfiere con los procesos neuronales que se encargan de fijar recuerdos y un sinfín de operaciones cerebrales más. Vamos, que por mucho efecto sedativo que tenga el lúpulo jamás podrá contrarrestar el perjuicio del alcohol a la hora de dormir.

Una caña de cerveza tirada tirada de manera clásica

Los estudios científicos son muy claros al respecto. Ni siquiera la cerveza que se comercializa como "sin alcohol" y "0,0" está libre de daño. Y, aunque es posible que, considerados por sí solos, los elementos nutricionales que componen la cerveza pudieran suponer beneficios para la salud, como ya hemos dicho, contra este potencial benigno tenemos la certeza del perjuicio del alcohol.

Contraindicaciones y perjuicios de la cerveza y el alcohol

Entonces, si parece que la ciencia lo tiene tan claro, ¿por qué siguen surgiendo estudios, y voces, que avalan los beneficios de la cerveza? Esto es complicado de contestar. Por ejemplo, al comprobar la solidez de muchos de los estudios que validan los beneficios, se observa una confusión de correlación con causalidad. Esto quiere decir que a veces dos efectos coinciden sin que estos estén relacionados como causa y efecto. En defensa de estos estudios, hay que entender que las investigaciones clínicas con una cantidad exorbitada de variables (biológicas, de comportamiento, etc.) son casi imposibles de estar libres de sesgos. A veces es extremadamente complejo identificar que los beneficios identificados pueden deberse a otras razones distintas al consumo de cerveza, y que solo coinciden por casualidad o por correlación, pero no por causalidad.

También existen otras razones menos halagüeñas para llegar a estos resultados: por ejemplo, debido a errores metodológicos. Incluso se puede deber a los estudios han sido financiados por empresas cerveceras sin declarar conflictos de intereses, y su rigor es cuestionable, por decirlo con delicadeza. Que, según las investigaciones, los abstemios sean las personas con menores posibilidades de sufrir un contratiempo cardiovascular en la escala de consumo debería ayudarnos, como mínimo, a sacar ciertas conclusiones sobre ingerir cerveza y el resto de bebidas alcohólicas, claro.

Beber cerveza puede estar asociado a momentos placenteros, a una cultura, afición o a otras circunstancias que pueden ser beneficiosas (casi todas asociadas a nuestra naturaleza social) pero jamás podremos decir que, por sí misma, sea beneficiosa. Como mucho, podemos asumir que los beneficios potenciales de esta bebida se ven contrarrestados por los perjuicios que ocasiona el alcohol, una ambivalencia con un balance negativo por el que sus habituales salen perdiendo. De manera innecesaria, además, porque lo positivo de la cerveza lo podemos obtener de otros alimentos.

Sobre sus perjuicios, sin embargo, sabemos con seguridad que el alcoholismo acarrea trastornos del sueño, accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, hepáticas y digestivas, problemas de rendimiento y salud mental y diversos tipos de cáncer. Beber alcohol de forma moderada también se vincula, lamentablemente, con las dolencias cardíacas: la hipertensión, la insuficiencia, los accidentes cerebrovasculares isquémicos, la miocardiopatía, la fibrilación auricular, el aneurisma aórtico y, por supuesto, el infarto. Y la evidencia es sólida en la relación de este consumo con el desarrollo de varios cánceres: de mama, hígado, boca, faringe, laringe, esófago, colon y recto.

Así, debemos ser consciente de que, con las bebidas alcohólicas, se juega a lotería de la mala salud en cada trago. Si decidimos beber, que sea sin engañarnos, y sin miedo o prejuicio, por supuesto. Pero sí con conocimiento real de lo que estamos, y estamos queriendo, hacer.