Los olvidados

Artículo de Alexandra Sumasi
Está bien protestar. A veces, si no alzas un poco la voz, esta se diluye y las reivindicaciones no calan. Está bien posicionarse como el sector más castigado de España. Está bien. Pero tras ellos, penando, están los olvidados.
Por Alexandra Sumasi
03 de marzo de 2021

Son protestas aisladas. Quizás, al no ser parte de un único colectivo, sus problemas, para la todopoderosa administración, se ven como algo único. ¿Acaso son lo mismo unos platos que unos vinos? ¿Unos quesos que una consultoría? A bote pronto, esos tres productos y ese servicio forman parte de las adquisiciones periódicas de la hostelería. Y sí, para los epígrafes de hacienda, una artesana de vajillas dista mucho del que comercializa unos vinos. Precisamente ella, la artesana Maïa Radresa Lemmens, a través de un comentario en Twitter, me hizo poner el foco. Su comentario rezaba así: «Os voy a contar mi historia, que no solo es la mía. Es también la de la gran mayoría de proveedores de la hostelería. Los grandes olvidados. No estamos considerados sector afectado. No contamos. No existimos». Era un hilo, ¡claro! Y lo que seguía era una mezcla de tristeza, hastío, resignación y hechos. Maïa decía no tener estómago para reclamar deudas, empatizando, a pesar de su propia debacle, con la hostelería. ¡Madre mía!, pensé. La de historias que hay detrás de. Historias de los olvidados.

Rascando un poco he hablado con varios proveedores. Y sí, al igual que los hosteleros, ellos también demandan apoyo, aunque muchos me han dicho que las ayudas, para ellos, no existen. Total, nadie les ha cerrado. ¿Qué reclaman?

Hay empresas de alimentación cuya facturación depende en un 95% de la restauración, ergo, su caída ha sido estrepitosa. La administración les dice que pueden seguir trabajando, ¡total, son alimentación! Es tan fácil conseguir nuevos clientes ahora… Te semirrobo la expresión, Albert Molins. It’s easy to do, stupid! ¿Sabéis que hay casos en los que los seguros de crédito no están respondiendo como deberían? Están quitando coberturas de riesgo a clientes de los que no tienen claro su situación, dejando a la empresa con, aún, más impagos que asumir.

Dramas cotidianos, invisibles, para muchos inexistentes, pero, al fin y al cabo, dramas. Pueden trabajar sí, pero, ¿para quién? Alquileres, suministros, productos cuya fecha de caducidad amenaza con llegar… ¿Quién asume todo esto?

¿Y qué decir de las facturaciones declaradas y nunca cobradas? Hacienda cobra el IVA, hacienda reclama beneficios… sí, de facturas impagadas. Muchas de esas facturas sin pagar son incobrables. Varios restaurantes han cerrado, y no tienen pinta de volver abrir. En otros casos, la relación entre proveedor y restaurador es tan personal que las reclamaciones, entre amigos, y con la que está cayendo, no ha lugar. Porque sí, porque el sector de la gastronomía es un sector unido, una piña, y cuidan unos de otros. Siempre hay algún despistado, claro. Y sobre estos, algunos proveedores claman: «Ni un plan de pagos pido, me conformo con que me cojan el teléfono».