Jordi Cruz, un chef precoz

El chef Jordi Cruz con parte de su equipo
El cocinero catalán Jordi Cruz empezó a trabajar con tan sólo 14 años. Una década más tarde se convirtió en el chef español más joven, y el segundo del mundo, en conseguir una estrella Michelin.
Por Toni Castillo
30 de marzo de 2017
Chefs

Tras estudiar cocina en la Escuela Superior de Hostelería Joviat, Jordi Cruz (Manresa, Barcelona, 1978) comenzó a trabajar. Tenía apenas 14 años cuando los fogones del restaurante Estany Clar lo vieron llegar. Era un chaval, poco más que un niño, pero tenía hambre de cocina. Desde temprana edad estaba seguro de que sería cocinero, su madre se lo dijo convencida cuando tenía sólo 7 años, y en eso estaba convirtiéndose.

Una década más tarde, en el mismo restorán de Cercs, el muchacho deslumbraba a propios y extraños con su cocina. Cuidada, rebosante de técnica, imaginativa… En noviembre de 2004, casi sin esperárselo, recibiría su primera estrella Michelin. Con poco más de veinte años se había convertido en el cocinero español más joven en conseguir un macaron. En el mundo, solamente otro profesional lo había superado en precocidad.

Tras numerosos reconocimientos más entre el que destaca el premio al Cocinero del Año obtenido en 2006, en la primera edición del concurso, Jordi dejó el restaurante que lo vio nacer en diciembre de 2007 para embarcarse en la aventura de ser gerente y jefe de cocina del restorán Angle, ubicado en Món Sant Benet, en la misma provincia de Barcelona. Con él, en 2008, el espacio conseguiría una estrella Michelin que conserva hasta el día de hoy en la Ciudad Condal, desde que se trasladó en 2013.

Tres años antes, en 2010, pasaría a formar parte también del proyecto gastronómico que más éxitos ha cosechado bajo su mandado, el ABaC Restaurant & Hotel. Este exclusivo espacio ubicado también en la capital catalana fue nombrado Mejor Restaurante de Cataluña en 2011 por la Acadèmia Catalana de Gastronomia, alcanzó en 2012 las dos estrellas Michelin que posee en la actualidad y los tres soles Repsol que luce desde 2013.

Paralelamente, el cocinero catalán dirige Ten’s, un bar de tapas de autor desde 2012, Atempo, un bistró cosmopolita que levantó la persiana hace apenas unos meses y es jurado del programa de televisión MasterChef, emitido en La 1 de Televisión Española.

¿En qué momento concreto de tu vida supiste que serías chef?

Cuando tenía 7 años mi madre se puso enferma y decidí cocinar judías tiernas con patatas (era lo habitual que yo había visto que se preparaba en casa cuando alguien caía enfermo), me puse un pañuelo blanco en el brazo y se lo llevé a la cama. Fue entonces cuando mi madre me dijo: «Hijo, serás cocinero».

¿Qué ingrediente has descubierto últimamente y no te puedes quitar de la cocina?, ¿por qué?

Los cítricos, permiten dar toques de sabor y contrastes interesantes.

¿Qué debe tener la cocina en el futuro?

Sostenibilidad.

¿... y qué no debe tener?

Falta de lógica.

¿Cuál es el restaurante que no olvidarás en tu vida?

elBulli.

¿A qué restaurante, bar o taberna te gusta ir habitualmente?

En Barcelona hay muchos, en Madrid El Doble.

¿Qué tres cosas nunca pueden faltar en el espacio físico de tu cocina?

Una buena sartén, un buen cuchillo y una buena tabla.

¿Y qué tres cosas nunca te gusta que estén en ella?

Pelos, perezosos y suciedad.

¿Cuando duermes sueñas con cocina? En caso afirmativo, ¿cuál fue tu sueño más sorprendente?

No sueño con cocina, tengo un buen dormir.

¿Cómo explicarías tu cocina?

Cocina evolutiva e inquieta.

¿Qué plato de tu infancia te gustaría reinventar?

Espagueti a la bolognesa.

¿Por qué plato te gustaría ser recordado?

Por el mejor plato que pueda hacer y que seguramente no aún no he hecho.

¿Cuál es la mejor ciudad gastronómica de todas las que has ido?

Barcelona, sin duda.

¿Qué restaurante en que no has estado te gustaría estar?

Noma.

¿Qué haces cuando no cocinas?

Prepararme para cocinar.

¿Qué tópico sobre los cocineros es cierto?

Que vivimos para trabajar.

¿Cómo sería tu día gastronómico perfecto?

Un buen restaurante, aunque esté a 400 kilómetros, buenos vinos y buenos amigos.

¿Qué debe tener sí o sí un buen gastrónomo?

Memoria, paladar, criterio.

¿Con qué postre acabarías esta entrevista?

La terminaría con un buen postre refrescante.