Marta Simonet, una 'foodie' más que inquieta

Fotografía de Marta Simonet en el campo
Lo suyo es la gastronomía y la comunicación, y ambas pasiones las combina con gran destreza en su exitoso y laureado blog, 'Mésame mucho', convertido recientemente en libro. Ella es Marta Simonet.
Por Toni Castillo
25 de enero de 2017

Se define como una «soñadora empedernida y una aventurera de risa fácil». Ella es una de esas personas con una sonrisa siempre dibujada en el rostro, no cabe duda. Alguien a quien seguir.

Marta Simonet (Mallorca, 1983) estudió animación sociocultural con la idea de, tiempo después, estudiar Psicología. Pero como suele suceder, una casualidad se cruzó en su camino y transformó sus planes. En las prácticas le tocó coger un micrófono, hablar y hablar durante meses, y nunca más pudo parar. Tras el periodo académico y un breve coqueteo con el teatro, se lanzó en brazos de la comunicación. Primero como reportera y presentadora de televisión y eventos, trabajo que desempeñó durante más de siete años, y tiempo después como creadora de contenidos digitales. Una labor que la terminó de enamorar perdidamente.

Dedicándose a este ámbito, después de haber alcanzado los mayores retos que se había propuesto y habiendo colaborado con diferentes agencias de branded content, concluyó que era el momento de dar un gran salto. Tomó su carrera profesional, la sazonó con todo aquello que forma parte intrínseca de su ser, como la cocina, la alimentación o la decoración, y le dio forma con mucho cariño a Mésame mucho. Un blog personal que nació en la primavera de 2015, en poco tiempo se tornó referente y un año más tarde se convirtió en un libro homónimo, «el libro para foodies inquietos», editado por Anaya.

En esta obra y en su blog, encontramos un reflejo fidedigno de todo aquello que mueve, inspira y llena a Marta Simonet. La comunicación, intrínseca a prácticamente todo lo que hace, y la gastronomía en su más amplio sentido. Recetas suculentas, pruebas de toda clase de productos y alimentos, ideas para decorar una mesa en cualquier ocasión y una cuidada estética. Ella es una foodie con todas las letras.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

La coliflor morada, siempre que la veo no puedo evitar comprarla. Es de mis vegetales favoritos. También tengo siempre en la nevera brócoli, para hacer crudo a modo de cuscús, al vapor o a la barbacoa con especias. Y pan bao, me parece que funcionan fenomenales como fondo de nevera.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Cualquier coreano. Me pirra la comida coreana y estar rodeada de orientales que sorben la sopa. Lo sé, soy un poco rarita pero me encanta descubrir la cultura gastronómica de otros países y me sorprende ver cómo la implementan fuera de su casa. Una de mis actividades clandestinas es recorrerme Madrid en busca del oriental más auténtico y te puedo asegurar que tengo una lista bastante extensa de asiáticos en los que sólo ves a orientales comer y en los que nadie se pide arroz tres delicias y rollitos.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

El Celler de Can Roca. Lo digo con rotundidad. Me encantaría comer allí y dejarme embriagar por la absoluta creatividad de sus elaboraciones. Comer allí es mucho más que comer.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Una hamburguesa bien de bacon y salsa barbacoa. De vez en cuando no está de más darse un buen homenaje de food porn.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

Uy, no sé cuál será el mejor mercado porque no he podido estar en todos. Pero de todos los que frecuento, tanto en Mallorca como en Madrid, mis preferidos son el Mercado de la Cebada y el Mercat de Santa Catalina en Palma. En ellos me siento como en un parque de atracciones.

Retrato de Marta Simonet

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Mi capricho foodie es un capricho que consumiré durante un año. He planeado viajes gastronómicos a lo largo y ancho de la geografía española para conocer los lugares más auténticos, contrastando con los sitios de moda donde comer. He empezado por Bilbao con sus pintxos de txangurro del Globo, el fantástico Gure Toki y su Bilbao la Vieja tan venida a hipster. En breve Asturias, Sevilla, Valencia y así hasta que sacie mis ganas de comerme el mundo.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

Coger un avión para ir a comer a un sitio concreto y volver después de comer. Suena elitista, pero tiene truco. La cosa no nos salió tan cara, fue una de esas ofertas que no hay que dejar escapar.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

La carne de vacuno. Es una opinión absolutamente personal, como el resto, pero la carne de vacuno me parece que está sobrevalorada... a mí me cuesta comer carne de vacuno en la mayoría de ocasiones.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Creo que sobrevalora el entorno por encima del producto. Un restaurante se pone de moda por lo bonito que es y no por el trato que te ofrece el personal o por la riqueza de sus productos.

¿Y cuál se infravalora?

La iluminación. Creo que no en todos los restaurantes tienen en cuenta que la iluminación puede llegar a ser un sabor más del plato.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Ferran Adrià, por su forma hilarante de ver la vida y por ser parte fundamental del posicionamiento de la gastronomía de España a nivel mundial.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

Creo que debería ponerse de moda comer con las manos. Nos perdemos una parte fundamental del producto y es saber cuál es su tacto, lo sentimos en la boca pero no de la misma manera que en las yemas de los dedos. Y no hablo de comer con las manos desde la burrería, sino hacerlo como experiencia en torno a la mesa.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Probablemente, prepararía algo un poco picante... como una sopa de curry rojo con leche de coco, pollo y vegetales. Eso te lo digo hoy, pero yo cocino y compro dependiendo de lo que me apetece explorar ese día y no tanto de la receta que tenga aprendida y resabida. Me gusta improvisar y nunca hago dos recetas iguales.