Fino Perdido, fino recordado

Botella de Fino Perdido
Fotografía cortesía de Sánchez Romate.
Los finos alcanzan un nuevo nivel con Fino Perdido de la bodega jerezana Sánchez Romate, una referencia diferente, astuta, elegante, duradera y que enamora; para disfrutar cada gota.
Por Toni Castillo
16 de enero de 2015

La palomino es una variedad patria de uva blanca, una vid que compone casi la totalidad de viñedos de Jerez de la Frontera —la patria chica del jerez— y da lugar a vinos tan tradicionales de nuestra tierra como el oloroso, el amontillado o el fino.

Este último, acompañante ideal de un aperitivo, un ágape con buen jamón ibérico o un festín de marisco, toma un nuevo cariz con Fino Perdido, una edición limitada de la pionera y longeva bodega Sánchez Romate de la que, por cierto, mucho aprendimos hace unos meses cuando hablamos de su sorprendente Angêlus.

Y es que si por algo se caracterizan estos jerezanos es por buscar la diferenciación con astucia y ánimo de reinvención buscando, sin salirse de los más estrictos cánones que marcan la tradición, darle una vuelta a los procesos de elaboración y crianza para ofrecer referencias inéditas como el Fino Perdido que en el día de hoy llena nuestra copa.

Solamente existen quince botas suyas, por lo que es de edición limitadísima; es extremadamente cristalino a pesar de haber pasado cerca de ocho años en barrica; no es del estilo habitual de un fino, su madurez lo sitúa en los aledaños de la línea que separa el fino del amontillado; y su intensidad, aroma y sabor alcanzan nuestros sentidos y se instalan en nuestra memoria. Es un fino que sin duda enamora. Para estar hecho una lía.