¡Tener buena leche!

Artículo de Juan Echanove
Galletas de nata, sobaos pasiegos y panettones de chocolate logran la felicidad de cualquiera, la sonrisa satisfecha de quien tiene buena leche, nunca mejor dicho; Juan Echanove nos lo relata...
Por Juan Echanove
19 de diciembre de 2013

No hay más que ver la cara de felicidad... la auténtica felicidad que brota de los ojos de Marta, Merce y Chus, para darse cuenta de que las galletas que salen de ese pequeño obrador, de esa pequeña galletería de Monterroso (Lugo) nos van a transportar hasta los remotos tiempos de la infancia.

Esos años en los que la leche se desnataba al hervirla en la casa. Esa nata que se guardaba para hacer ricas galletas que inundaban de aromas naturales todos los rincones de cada habitación.

Uno llegaba del colegio y ya desde la escalera advertía que era "día de galletas" y que por tanto la felicidad se alojaría con la familia al menos por dos o tres días. Días previos a la navidad. Días en los que incluso hasta nevaba. Dulces y bollos en la mesa de mármol, y si la leche era generosa... gruesas tostadas rebosantes de nata y azúcar. Una merienda ya casi prehistórica.

Las MARUXAS DE NATA a mí me han transportado a esos años y la sonrisa de "Las Galleteras Gallegas"... el orgullo con el que defienden sus galletas en medio de esta jungla de saborizantes, edulcorantes, conservantes, y todos los "antes" posibles salvo los de ANTES, me han recordado a los ojos grandes y la tez sonrosada de mi amiga Geli en Selaya (Cantabria). Esa gran mujer que fabrica los sobaos JOSELÍN.

Geli, apoyada por su familia, ha conseguido que algo tan sencillo como un sobao pasiego, gracias a la calidad de la leche, a la misma calidad que poseen las vacas de Monterroso en Lugo... a la calidez de las manos, esa calidez que también tienen las manos de Marta y Merce en Monterroso... a la honestidad y la buena gestión de una pequeña empresa, la misma buena gestión con que se fabrican las Maruxas de Galicia, esos productos pequeños... esas pequeñas obras de arte culinario, sean reconocidas en el mundo entero.

¡Hay que tener muy "buena leche" y una sonrisa bien franca para conseguir abrirse sitio en esta selva mundana a base de "galletas" y repartiendo algún que otro "sobao".

Gracias a Merce, Marta y a mi Geli de mi alma, por hacer posible que con 52 años todavía llegue a casa por la tarde después de mi "cole" y huela, no ya a galletas recién horneadas, sino a la excelencia de vuestra vida... que no es otra que la excelencia de vuestras grandes dotes reposteras.

Y gracias por encima de todo a Paco Torreblanca, ese gran Rey Mago de Alicante, que me enseñó que la verdad está en el dulce, que todo es precisión y locura al 50%... y que PANETTONES hoy en día los hay y muy buenos, pero ninguno tiene una historia de amistad tan bonita en su interior, ese pago en agradecimiento que un día el maestro italiano Iginio Massari le hiciera a Paco en forma de "el secreto del Panettone" por acoger en su familia alicantina al hijo del "Maestro italiano" cuando éste más lo necesitaba.

El Rey Mago del Panettone vive en Alicante y posee la misma sonrisa que Marta, Merce, Chus y Geli.

¡Debe ser la leche!

#$#0#$#