Noma y la inteligencia artificial

Artículo de Albert Molins
ChatGPT no tiene mucha idea de qué ha significado Noma ni de por qué ha cerrado, lo cual está muy bien porque a fin de cuentas no es tan importante y hace tiempo que este tipo de cosas han dejado de importarnos.
Por Albert Molins
19 de enero de 2023

Esta semana me había propuesto hacer trampa. Mi idea era pedirle a la inteligencia artificial ChatGPT que escribiera el artículo por mí. No me lo tengan en cuenta, por favor. Escribir un artículo cada semana es más complicado de lo que parece. Hay que buscar y encontrar un tema que tratar y no crean que esto de la gastronomía da para tanto. Y cuando llevas más de cien como yo, pues intentar ser original se complica. Y encima, después hay que escribirlo, lo cual lleva un rato que uno podría dedicarse a tocárselos a dos manos.

Así que, ni corto ni perezoso, le propuse a ChatGPT que escribiera un artículo sobre el cierre de Noma en tono humorístico, porque es un tema de actualidad que, para mi sorpresa, ha despertado menos interés del que me esperaba. Y por interés me refiero, básicamente, a eso de rasgarse las vestiduras por el cierre de uno de los restaurantes más icónicos de las últimas dos o tres décadas. Sin duda vamos mejorando en nuestra apreciación o dar a las cosas la importancia que realmente tienen.

Pero entonces, recordé dos cosas acerca de ChatGPT: que no está conectada a internet y que la información de la que dispone se acaba en 2021. Así que no iba a poder escribir el artículo por mí. De todas formas, ya que estábamos, se lo pedí igual. El resultado fue bastante decepcionante. A ver, sabía que Redzepi ya había anunciado en 2017 que Noma cerraba para trasladarse a otro sitio que abriría en 2018. Sabía o sabe que Noma está en Copenhague y que Copenhague está en Dinamarca. Pero tiene una noción muy vaga sobre todo el resto. Y de sentido del humor aún va peor que de conocimientos de gastronomía. Vean, vean:

«¡Oh no! ¡El restaurante Noma ha cerrado sus puertas para siempre! ¿Qué haremos ahora los amantes de la comida? ¿Cómo sobreviviremos sin nuestra dosis diaria de ceviche de moho y ensalada de musgo?»

«¿Qué pasa cuando uno de los restaurantes más aclamados del mundo, el Noma, anuncia su cierre? Bueno, la verdad es que no estoy seguro, pero si me preguntan a mí, diría que probablemente hay una gran cantidad de chefs llorando en sus cocinas, sumando más sal al caldo para aliviar su dolor».

Los párrafos anteriores son el párrafo inicial de dos artículos que le pedí que escribiera. Les ahorro la continuación…

Es que por no mencionar, ni una palabra sobre Ali Sonko, el legendario friegaplatos del restaurante al que René Redzepi convirtió en copropietario del restaurante en 2017. Ninguna referencia a alguno de los platos icónicos, con hormigas vivas y cosas así. Ya pedirle que recordara la financiación que recibió —Noma y otros restaurantes escandinavos— del Consejo Nórdico, como me recordaba alguien el otro día, hubiera sido demasié para una inteligencia artificial.

Supongo que era un quimera que ChatGPT llegara a pensar en algo, tan sencillo, como que todo se agota en esta vida y que quizás el modelo de un restaurante con cuarenta cocineros para cuarenta comensales, y con un menú a un precio que haya suficiente gente dispuesta a pagarlo, está en cuestión desde hace unos años.

Pero bueno. Las inteligencias no artificiales, las inteligencias que sí saben de gastronomía, incluso algunas inteligencias que deben haber ido a Noma alguna vez en su inteligente vida, tampoco han sido capaces de ir mucho más allá de lamentar el cierre, y desearle suerte a Redzepi —como a los toreros— quien por cierto ya ha dicho que Noma se transformará en una especie de centro de investigación y desarrollo gastronómico, como ese que no termina de abrir nunca en cala Montjoi.

A mi lo que me parece que pasa, es que tanto a ChatGPT como al resto nos importa una mierda que Noma cierre, porque al final no es tan importante. Y porque a rey muerto, rey puesto. Ya encontraremos un sustituto del que ChatGPT sabrá casi nada. A fin de cuentas, los algoritmos no comen y los programadores comen en restaurantes de sushi barato y en McDonald's.