Claudia González, mucho más que periodismo

Claudia González, mucho más que periodismo
Hablamos con Claudia González Crespo, impulsora del proyecto VIVALABOCA y escritora del libro Qué es cocinar, publicado bajo la supervisión y dirección de Ferran Adrià.
Por Edgar Otero
25 de noviembre de 2021

Claudia González Crespo se define como comunicadora más que como periodista. Ha participado y sigue participando en multitud de proyectos gastronómicos, aunque VIVALABOCA es el más personal. Tras ese sugerente nombre se esconde un estudio de creación y divulgación de proyectos gastronómicos que también emplea como medio de creación de contenidos propios. Además, es profesora en el máster de comunicación y periodismo gastronómico de The Foodie Studies y se ha incorporado recientemente como redactora y ejecutiva de cuentas en Acción y Comunicación.

Si repasamos su carrera profesional, descubrimos que una de sus referencias proviene del propioelBulli. Su paso por el universo de Ferran Adrià le permitió, durante dos años y medio, trabajar codo a codo con él. ¿El resultado? El libro Qué es cocinar, volumen de Bullipedia que traslada al lector la seria responsabilidad de decidir qué es realmente cocinar.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Café, pan y aceite.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

El de menú del día de mi pueblo. Cocina casera, producto de calidad, recetas que son una delicia y a un precio más que asequible. No me aburriré jamás.

¿Y cuál el que no has ido, pero te mueres de ganas por ir?

Muchísimos, la verdad ¡Tendrías que ver mi aplicación de mapas llena de chinchetas de “Quiero ir”! Están por toda la geografía española y también repartido por Europa. Algunos más lejos aún. Voy tomando notas de todos los lugares que me comparten amigos o que comparten cuando viajan y digo… ¡ahí quiero ir! Ahora que acabo de regresar a Madrid, tengo la ciudad llena de puntitos pendientes de conocer.

Te chivo tres: de alta cocina, me encantaría conocer la oferta gastronómica del superespecialista en parrilla Bittor Aguinoguiz en Etxebarri (la he estudiado mucho a nivel teórico mientras escribía Qué es cocinar); gastronómico sin estrella, Éter y de cocina popular y por la temporada de setas que ya está aquí, el Brote, ambos en Madrid.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Para mi el concepto de “placer culpable” es contradictorio. Si es placer, no debería ser culpable. El placer es placer, lejos de hacer sentir mal o tener remordimientos tiene que ser pura entrega al disfrute. O así lo entiendo yo. Por otra parte, la idea de asociar la alimentación o determinadas partes de ella a la culpa me parece peligroso.

Aclarado esto, el placer que no puedo darme siempre que querría y en el que tengo que incurrir con criterio es… El helado. Me chifla en helado. Podría comer helado todos los días.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

El que tengas más cerca, el del barrio, el de tu ciudad, el de tu pueblo. A ello le sumaría un buen supermercado que tuviera productos propios de otras culturas culinarias (a mi por ejemplo me alucinan algunos ingredientes asiáticos para mezclar con productos de aquí) para complementar y probar cosas nuevas.

¿Qué capricho disfrutón te has dado recientemente o te gustaría darte?

Acabo de cumplir treinta años y me gustaría hacerme con una botella de mi añada, que me han chivado que es buenísima, y probar un vino que tenga la misma edad que yo. Estoy en ello.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

Hacer el máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico de TheFoodieStudies mientras trabajaba en Asuntos Europeos en Bruselas (¡ahora parece tan lejano!). Fue una locura porque pocos entendieron que con mi perfil académico (graduada en Relaciones Internacionales) y trabajando en la soñada burbuja europea añadiese aquella formación. El apoyo de mis padres fue determinante. Lo compatibilicé con el trabajo hasta que terminé las prácticas en Bruselas y después, tras un periodo de incertidumbres, sucedió todo lo demás: trabajar junto a Ferran en elBullifoundation y escribir Qué es cocinar, ser profe en The Foodie Studies, la primera experiencia en TV, x la visita a Harvard como profesora invitada, colaborar con Mercado Little Spain, la creación de VIVALABOCA como estudio y plataforma de divulgación y unas cuantas aventuras profesionales más que me dejo seguro. Pero ¡cuánto me alegro de haber tomado aquel camino y de todos los lugares hasta los que me ha ido llevando!

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

Todos los que cobran importancia por la aparición de una tendencia que se intenta introducir en el mercado de la alimentación con calzador y de repente parecen ser imprescindibles.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Pues siendo un aspecto importantísimo en la oferta que propone el restaurante el diseño del espacio y el ambiente que se genera en él a través de iluminación, interiorismo, etc. creo que hay veces en las que prima la estética sobre el resto de la oferta. Si el local es precioso, el ambiente es bueno, la vajilla, cristalería y cubertería son ideales y la decoración está cuidada, pero ni la comida que llega a la mesa ni el servicio que la acompaña funcionan, como clienta es muy probable que no repita.

¿Y cuál se infravalora?

El servicio. Servir una mesa es mucho más que traer y llevar platos de y a cocina. Como cliente, al final al equipo de cocina no le ves, tu conexión con ellos está en lo que comes y en quienes te lo sirven. La persona o personas que te acompañan, te indican, te informan, te sirven… pueden cambiar definitivamente el curso de la experiencia. Son la conexión con el restaurante, los portavoces de su concepto. Hablo de todo el rango de servicio: desde un camarero en un restaurante de barrio hasta la más alta estrella.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Tengo la suerte de estar rodeada de buenos cocineros y cocineras en casa, dentro de la familia y en mi círculo de amistades. Mi chico es también muy bueno en los fogones. Los que cocinan comida buena que nos brinda maravillosas sobremesas son mis favoritos. Saben quiénes son así que, si me leen hoy, ¡va por vosotros!

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

Comprar alimentos y cocinarlos. Veo una desconexión enorme en mi generación y las generaciones siguientes con el acto de elaborar su propia comida. Consumimos más cocina y más gastronomía que nunca: en restaurantes, con servicios a domicilio, en revistas, en series, en documentales, en redes sociales… pero creo que es mucho de puertas para afuera. ¿Qué pasa en casa? ¿No es relevante que un país entero se sorprendiera con las posibilidades de crecer que tiene una masa de pan en el confinamiento? Yo pondría una asignatura de conocimientos culinarios básicos en los colegios, me parece una herramienta imprescindible para la vida. No hablo de hacer espumas o técnicas de alta cocina. Hablo de saber hacer unas legumbres, preparar un guiso, sacar cuerpo a un caldo o dar sabor a una verdura. Básicos para una buena alimentación que duran toda la vida.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Pues me encanta cocinar y si fuera una comida, me pondría el delantal y madrugaría para ir a comprar y ponerme a ello con tiempo. Pero si es de noche, suelo preferir ensamblar a elaborar. Apostaría por producto elaborado y en conserva de mi tierra (Cantabria) y realizaría elaboraciones sencillas para ir picando. Ventresca de bonito del Cantábrico con pimientos rojos confitados de Isla, tostaditas de pan de pueblo con mantequilla pasiega y anchoas de Santoña, una ensalada de tomate de temporada (si fuera verano, habría tomate seguro) con cebolleta fresca, una tabla de quesos con confitura de higos para probar y mezclar… Os propondría alguna cerveza artesana de DouGall’s o un blanco de Casona Micaela ¡y de postre un helado artesano!